De repente un buen día nos encontramos sentados teniendo preguntas y pensamientos trascendentales:
- ¿Qué hago en este mundo?
- ¿Cuál es el sentido de mi vida?
- ¿Cuál es mi misión en este mundo?
Podría uno pensar que el hecho de quedarme clavado en mi cuarto, con la luz apagada y escuchando canciones nostálgicas al mismo tiempo que estar teniendo estos pensamientos sería un signo inequívoco de estar seriamente deprimido.
Hay que decir que cuando se han hecho cuestionarios especializados, más del 70% de los encuestados han respondido positivamente a la presencia de estas ideas alguna vez en su vida. Por lo tanto, la primera parte de la respuesta de si tener estos pensamientos (que se llaman existencialistas) es normal, deberíamos de decir contundentemente que SÍ.
Ahora reflexionemos si estas cadenas de meditaciones acerca del sentido de la vida tienen una función o no. Claro que sirven para algo. Hacer una pausa en la vida, tomarnos el tiempo para evaluar y medir si este es el rumbo que quiero que tenga mi permanencia en esta tierra, es más que pertinente. Darnos cuenta que están pasando cosas que no habíamos planeado y que no deseamos, constituye el primer paso para poder cambiar las situaciones y vivir más como nosotros queremos. Entonces, la segunda parte de la respuesta tendría que ser… SÍ son normales y SÍ tienen una función.
Finalmente, me toca agregar la tercera parte del comentario. Si hay un estado de ánimo triste persistente, no disfruto ya las cosas que antes yo disfrutaba, tengo alteraciones en el apetito, el sueño y la energía; y se acompañan todos estos síntomas de alteraciones en la forma de mi pensamiento: ideas trascendentales, seguidas de ideas de muerte seguidas, de ideas de suicidio… ya estaríamos hablando de un probable cuadro depresivos, donde sí deberíamos de acudir a un profesional de la salud mental.