Les relato un caso que pasa frecuentemente… El paciente “Juan Pérez” después de pasarse un tiempo dudándolo decide acudir a un consultorio de un especialista en salud mental para tratarse los “nervios excesivos” que ha sentido durante los últimos meses. Se le hace su diagnóstico de padecer un trastorno de ansiedad y se le extiende su receta con un psicofármaco que, con un gran porcentaje de certeza, lo va a poner bien. Fue muy enfático su médico en decirle que su problema no es de un trastorno depresivo, sino un trastorno de ansiedad. Venciendo a la vergüenza se para en la farmacia y da su receta, regresa el dependiente y le dice: “Señor Pérez aquí tiene su antidepresivo”. Seguro pueden imaginarse la cara de extrañeza al recibir la información de que se le estaba prescribiendo un antidepresivo para su trastorno de ansiedad.
Durante el desarrollo de la psiquiatría se acuñaron varias familias de medicamentos que se les bautizó por su efecto en una enfermedad específica. Por lo tanto, conocemos antidepresivos, antipsicóticos, estabilizadores del estado de ánimo, ansiolíticos, etc.
El tema se fue complicando con los años ya que los antidepresivos resulta que también eran medicamentos indicados para mejorar la ansiedad, algunos anticonvulsivos servían como estabilizadores del ánimo y como ansiolíticos y para acabarnos de confundir, algunos antipsicóticos atípicos muy nuevos funcionan como antidepresivos o como ansiolíticos. Situaciones que resultaban difíciles de explicar a los pacientes al momento de hacerles sus recetas y que incluso en algunos casos podrían confundirse más.
Es por esto que los psiquiatras líderes de cinco de las mejores organizaciones de estudio de la neuropsicofarmacología en el mundo decidieron crear una iniciativa para cambiar la nomenclatura de los psicofármacos, ofreciendo un nuevo lenguaje de entendimiento entre médicos y pacientes. A este esfuerzo lo bautizaron NbN por las siglas en inglés de Neuroscience Based Nomenclature. Creando un portal en línea y una app para poder hacer uso de este conocimiento de forma sencilla y de gran difusión.
El fondo de esta iniciativa es que se les llama a los psicofármacos por su efecto farmacológico y su mecanismo de acción en lugar de por las familias de medicamentos que mencionamos más arriba. Siendo así, a Juan Pérez tendríamos que decirle que le enviamos un Inhibidor Selectivo de Recaptura de Serotonina ya que su trastorno de ansiedad se produjo por una deficiencia en el sistema nervioso central de este neurotransmisor. Si Juan Pérez ya hubiera descargado la app podría ver que el fármaco en particular que se le prescribió, tiene el mecanismo de acción que ya escribimos, pero que también tiene información sobre cuatro dimensiones más: las enfermedades donde ha logrado indicación de parte de las instancias regulatorias, los datos de eficacia y efectos secundarios, una nota de datos prácticos y un micro resumen sobre los sitios neurológicos involucrados en su efecto.
Definitivamente es una gran idea, donde se manejan definiciones y términos que no son de uso común, pero que a mediano plazo nos va ayudar a tener pacientes mejor informados y muchas menos confusiones durante los tratamientos.