La semana anterior me encontré con un caso que no es raro en la consulta, pero que si me llamó la atención gracias a la conciencia que ha logrado desarrollar sobre su padecimiento. Mujer en los treinta y medios, con una historia de múltiples estilos de psicoterapia desde la infancia alta y comienzos de la adolescencia, siempre con mejorías parciales con gran afectación de su funcionalidad laboral y social en la vida adulta, que por fin se decide a acudir a consulta psiquiátrica porque escucho un podcast con el que se sintió identificada. Estos son los puntos relevantes sobre la ansiedad de inició en edades muy tempranas:
- Prácticamente, mas de la mitad de los pacientes que van a sufrir de un trastorno de ansiedad a lo largo de su vida comienzan con los síntomas en la infancia, antes de los 14 años de edad. En un cerebro con etapas muy tempranas de su desarrollo que es susceptible de verse modificado con una agresión bioquímica de tal relevancia como un estado de ansiedad aguda que se cronifica con los años.
- En estos momentos de la vida difícilmente una persona logra distinguir lo normal de lo anormal. Por lo tanto, estos sujetos tienden a considerar que lo habitual es sentirse como se sienten. Que su día a día es sentir manos sudorosas, corazón acelerado, pensamientos en cascada y repetitivos sobre sus preocupaciones y una sensación de intranquilidad constante.
- Rara vez los padres estamos entrenados para identificar estos síntomas. Y si logramos pensar que esto sale de la norma, viene el siguiente paso que es tomar la decisión de llevar a nuestros vástagos a tratamiento. Lo usual es que acudamos con a una recomendación de psicoterapia derivada de la escuela que mejoran los cuadros de leves a moderados, pero no así los de moderados a severos que requieren de una valoración del psiquiatra infantil o paidopsiquiatra.
- Estos cuadros permanecen con una mínima atenuación con los años y en la juventud comienzan a presentar cambios hacia eventos más severos incapacitantes. De diagnósticos de ansiedad no específica se formalizan en eventos de ataques de pánico, ansiedad generalizada, fobias, fobia social y hasta estrés post traumático.
- Las consecuencias se observan en la poca confianza que se tienen, lo limitados para desenvolverse en público, deficientes patrones de relaciones interpersonales y problemas académicos y laborales.
La lección de esta participación es simple, si detectas a tu hijo sufriendo con la angustia y la ansiedad evalúalo y si con el tratamiento no está perfecto y asintomático, hay que insistir hasta que se sienta como antes de padecerla.
Dr. Edilberto Peña de León