Desde 2005 un grupo de matemáticos contratados por una agencia de viajes transnacional modificaron una fórmula que ya habían realizado para calcular el nivel de molestia al realizar un viaje, para colocar las variables que hacían que una persona se sintiera triste y frustrada en el año recién llegado, como un probable indicador indirecto de que esas emociones podrían llevar al individuo a consumir viajes, productos y servicios para modular esas sensaciones negativas.
En esta nueva ecuación colocaron los siguientes factores:
- El nivel de endeudamiento de las personas con las fiestas de fin de año, o lo que es lo mismo, la cuesta de enero.
- El clima de enero: lo que lleva un correlato directo al número menor de horas de exposición al sol en el invierno que hace que secretemos menos neurotransmisores antidepresivos.
- El tiempo que nos toma comenzar a fallar en los propósitos de año nuevo y frustrarnos en el empuje que llevábamos.
- Aunado al punto anterior está el nivel de motivación que va comenzando a flaquear y que se enfrenta a todo un año por venir.
- La necesidad de hacer algo novedoso para salir de la monotonía en la que se está cayendo al regresar a la rutina de todos los días cuando venimos de un período vacacional de múltiples compromisos fuera de lo habitual.
A través de todos estos cálculos es que ellos determinaron que el tercer lunes de cada enero se podría considerar que es el día más triste del año… o sea el Blue Monday; el día de hoy.
Más allá de que si estos matemáticos tienen razón o no, lo que podríamos rescatar de esta fórmula es que tenemos que ponerle atención a cada uno de estos factores para mantenernos motivados en cada mes de enero y no sufrir de tristeza.