Se dice que para el 2100 la población mundial llegará a los 11.200 millones… eso es un mal número tomando en cuenta la cantidad de recursos disponibles.
Si has leído mi columna ya sabrás que estoy buscando bebé. Pero te confieso que cuando leo datos y cifras como la anterior, me siento el peor humano en la faz de la Tierra y mucha culpa. Me asaltan preguntas como: ¿para qué quieres traer a una “criatura” al mundo si sólo vas a contribuir con los problemas del futuro? ¿Qué tal que a mi bebé le toca vivir el Apocalipsis zombie? ¿Qué vas a hacer si en 20 años hay problemas serios de escasez de agua o comida?
Sí, quizás a ratos me voy a los extremos y en una de esas hasta exagero (guiño-guiño), pero creo que son preocupaciones normales (¿verdad que sí?, que no estoy loca).
Por un lado, noto que la posibilidad de si tener un hijo me da miedo, porque auténticamente es una responsabilidad para toda la vida, y no es chiquita. Si te soy sincera a veces me atacan las dudas sobre mi capacidad para cuidar a otro ser y en parte por eso me voy a los escenarios extremos. Pero por otro lado, también está la realidad de los problemas globales, que he notado creemos, en general, que no tenemos nada que ver con ellos o que son cosas muy lejanas o abstractas.
De verdad creo que tenemos que tomar en cuenta la posibilidad del futuro que estamos creando, pero no para atemorizarnos y huir y dejar de hacer lo que queremos, sino para generar conciencia y soluciones, aunque sean chiquitas, cómo usar una bicicleta en lugar de un automóvil, no usar popotes y reducir el consumo de los plásticos… o por qué no, ver lo grandes que sí somos y el impacto que tenemos y crear soluciones de gran escala.
Y así, con la conciencia tranquila, busquemos bebé.
Adri
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