Esta es la típica pregunta que hacen mis pacientes: si comí mucho ¿con cuánto tiempo de ejercicio lo quemo? La respuesta no es sencilla, no sólo son las calorías que comemos, también es la cantidad de colesterol, sodio, carbohidratos, conservadores, etc. Se imaginarán que no todo esto se «quema» con ejercicio.
Hablando de porcentajes, podríamos hacer un estimado sobre qué tan importante es la alimentación y el ejercicio: 50% alimentación, 20% ejercicio, 20% descanso y 10% genética. Así que el típico pretexto de que heredamos la gordura o la flacura de nuestros padres no es justificación válida, hay otro 90% que construimos cada día. Estos porcentajes aplican en la mayoría de las personas sanas, en ciertas enfermedades o condiciones, estos porcentajes varían. Por ejemplo, Michael Phelps gasta 300% más calorías por el entrenamiento diario.
La idea que quiero dejarles es que no es práctico ni sano contar calorías consumidas y gastadas, lo ideal es el BALANCE (mi palabra preferida) y este se logra haciendo más cosas que sumen a la salud que aquellas que la resten.
Les voy a explicar el concepto de balance metabólico: imagínense que nuestro cuerpo es como una cuenta de banco, si depositamos más dinero que el que gastamos, se empieza a almacenar dinero en la cuenta. Lo mismo pasa con nuestros cuerpos, si comemos más que lo gastado, almacenaremos el sobrante, el problema es que será grasa y no dinero! En este caso lo que más ayuda es estar en balance 0, eso significa, consumir lo mismo que gastamos y si tenemos sobrepeso, nuestra cuenta deberá estar en números rojos para tener acceso a la reserva de grasa.
Entonces, aquí tenemos dos formas de mejorar el balance: aumentar el gasto o disminuir el consumo. Aquí les dejo algunas sugerencias para hacerlo en el día a día.
Aumentar el gasto:
1.- ¡Respira! Si haces inhalaciones profundas, entrará más oxígeno a tu cuerpo y esto aumentará el gasto de energía, estarás más alerta y pondrás más atención en lo que comes y experimentas. Hazlo consciente al principio y después, lo harás por costumbre. Dedica 10 minutos al día para respirar profundo y lento, la inhalación y expiración son importantes. Puedes hacerlo en el coche, cuando lees, ves TV, etc.
2.- Varía la actividad física. El cuerpo es sabio y se acostumbra al ejercicio rápidamente, así que no seas rutinario. Cambia el tiempo, la intensidad, la pendiente, el tipo de ejercicio, etc. Esto no permitirá que tu cuerpo se adapte y no use su reserva. Por ejemplo, si caminas una hora al día, incluye un minuto de trote o caminata de puntas cada 4 o 5 min. Brinca 10 veces 2 o 3 veces por día, todo cuenta.
3.- Busca actividades que vayan de acuerdo a tu estilo de vida. No saben cuantas veces escucho: me choca el gym pero me metí porque estaba barato o me voy a levantar diario a las 4am para correr. Hay que buscar opciones divertidas, cercanas y adecuadas a nuestro presupuesto. Si te vas a levantar muy temprano a ejercitarte, hazlo lunes y martes, antes de que empeore el cansancio y los compromisos. Si vas a pagar una anualidad de gimnasio, asegúrate que tengan las clases, horarios y entrenadores que necesitas.
4.- Aumenta el consumo de especias como la canela, cúrcuma, maca, jengibre y ajo. Son aceleradores metabólicos naturales.
5.- Come algo en cuanto despiertes y no pases más de 4 horas sin comer. Con esto mandarás señales corporales que mantienen un metabolismo sano.
Disminuir el consumo:
1.- Inicia cada comida tomando un vaso de agua natural. Con esto evitarás confundir al hambre con sed y comerás menos.
2.- Siempre empieza con vegetales o sopa de verduras.
3.- Evita platillos muy elaborados, seguramente tendrán mucha grasa y sal.
4.- Deja el postre para media tarde, prefiere una galleta o una bolita de nieve.
5.- Cena ligero, sin pan ni cereales.
Como conclusión puedo decirles que todo cuenta. Sobre todo, lo que se convierte en hábito. Así que recuerda, que sea más lo que sume a tu salud.