Cuando hablamos de epilepsia la primera imagen que se nos viene a la mente una persona tirada en el piso, en medio de mucha gente asustada alrededor, inconsciente, con movimientos musculares incontrolables. Esta imagen es muy bizarra y genera mucho miedo por el desconocimiento de enfermedades tan llamativas como es el caso de la epilepsia. Por eso mismo, no suena raro que en los siglos previos al siglo XX se le llegaba a considerar muchas veces como un tipo de posesión demoníaca a la causa de la epilepsia.
Hay que decir que hay muchos tipos de epilepsias, sólo es un porcentaje el que se presenta con pérdida del estado de conciencia, pero hay muchas epilepsias focales o parciales donde no se pierde la conciencia y la manifestación son sólo movimientos aislados, o incluso, alteraciones conductuales o síntomas vagos en los órganos de los sentidos o sensaciones abdominales repetitivas.
Entonces, surge la duda, ¿Cómo saber si mis síntomas repetitivos, que no encuentran los doctores a que se deben, pudiera ser una epilepsia? La primera clave es que la epilepsia es una enfermedad “paroxística”, esto quiere decir, que se presenta en crisis. En la mayor parte del tiempo no tengo síntomas y sólo los presentó en períodos muy cortos, recurrentes y sin control voluntario de ellos. La segunda clave es, que para el caso de síntomas motores o físicos, he acudido a mi médico general, me han estudiado y no me han encontrado una explicación por la cual los presento. Y la tercera cave, es para los síntomas conductuales, tipo ataques de irritabilidad, de inestabilidad de mi estado de ánimo o cambios bruscos en mi personalidad, que superan todo tipo de control que yo trate de ejercer sobre la expresión de mis afectos. Si se presentan estos casos es buena idea acudir a un médico neurólogo para que se me puedan realizar los estudios necesarios para poder diagnosticar si padezco alguno de estos tipos de epilepsia que son de expresión más moderada a las que se conocen como “generalizadas” que son las que habíamos comentado que se acompañan de pérdida del estado de alerta.
En cuanto al tratamiento existen una gran variedad de medicamentos que pueden controlar todo el tipo de crisis, con muy pocos efectos secundarios y mejorando grandemente la calidad de vida del paciente.