Un tema frecuente en terapia, sobre todo cuando son los padres los que acuden para trabajar con sus hijos, tiene que ver con la educación emocional. Nadie nos ha enseñado nunca qué hacer con lo que sentimos, cómo manejarlo, si darnos permiso de estar con una emoción en particular o no, etc. y cuando nos convertimos en padres, esas dudas tampoco las sabemos responder a nuestros hijos.
Vivimos en un mundo que desde siglos lleva diciéndonos, piensa, sé lógico, toma decisiones usando la cabeza, no te dejes llevar por las emociones, etc. Pareciera que llevamos mucho tiempo tratando de encontrar la forma de controlar lo que sentimos a partir de lo que pensamos o creemos. Sin embargo, he observado que sin querer, esta forma nos ha llevado a pelearnos con nuestras emociones, no las escuchamos, y cuando no son placenteras, no las queremos sentir.
¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo alguna de las siguientes?: No llores, no fue para tanto… ¡mira! ¡Un perrito! Si te pones triste me pongo triste, entonces mejor estemos felices. No resuelves nada estando enojado, cálmate y luego hablamos…
Mensajes como los anteriores le enseñan a nuestros hijos que no son bienvenidos con sus sentimientos, que tienen que estar de un modo particular para poder estar contigo y desafortunadamente, no les enseñan qué hacer con esas emociones ni cómo vivirlas.
Si quieres empezar a hacer algo distinto con la educación emocional de tus hijos te dejo estos tips:
- Permite su emoción y observa qué te pasa a ti con ella, hazte cargo de lo tuyo, muchas veces queremos quitarles las emociones y sentimientos a nuestros hijos porque a nosotros nos duele verlos así. Recuerda que ellos van a estar bien.
- Apóyalos a que vean qué sienten: nadie nace sabiendo, incluso como adultos, muchos no sabemos qué nos pasa. Una forma útil de apoyar a tu hijo a ver qué le pasa es preguntarte junto con él cómo se siente, a qué se parece, dónde se siente, y dejarle ver que a veces tú tampoco sabes qué te está pasando.
- Trata de no darle una explicación mental a lo que está sintiendo, lo que sentimos a veces no tiene lógica.
- Date permiso de no saber y explorar junto con tu hijo cómo pueden estar en una emoción desagradable.
Tente paciencia, tenle paciencia, recuerda que toda nuestra educación no apoya a que sepamos qué hacer con la tristeza, el enojo, miedo… Pero, ¡qué buena oportunidad tenemos ahora!