Muchos tienen en un concepto negativo a las personas competitivas, pero yo creo que todo puede ser bueno cuando se usa en su justa medida. Ser competitivo nos puede ayudar a ponernos nuevas metas, enfrentar retos más grandes, aprender de manera continua y pulirnos a nivel profesional o personal. Hoy te cuento cómo ser competitivo de una manera sana para seguir creciendo.
Hace poco platicaba con un amigo sobre un deporte que gusto de ver y practicar, el box. Le comentaba que cerca de su casa abrieron una academia de self defense llamada MARTE MMA y que estaría padre que fuera a echar un vistazo. Se mostró emocionado pues el dueño de la academia entrenó por mucho tiempo a policías federales y trabajó con el Secretario de Gobernación, entre otras figuras importantes de la política.
Le dije que me gustaría que entrenara un tiempo y luego me gustaría ponerme lo guantes con él, pero me respondió que eso era algo que jamás le levantaría la mano a uno de sus mejores amigos, al parecer una de sus reglas de oro. Yo re respondí que ponerse los guantes con tus amigos te ayuda a subir tu nivel, regular tu temperamento y fortalecer tu carácter.
A mí me respaldan años de entrenamiento en box, kung fu y natación.
El lado positivo de ser competitivo
Hay personas que creen que ser una persona competitiva es sinónimo de no saber trabajar en equipo, no saber jugar limpio o no saber perder, pero eso descubre más a una persona sin autocontrol y con problemas patológicos.
Las personas competitivas saludables tienden a aceptar nuevos retos o buscar formas de superarse así mismos sin pasar por encima de sus valores o seres queridos. Lo importante no es ganar, sino desarrollar su potencial.
Cómo ser competitivo de una manera sana
Tener claro el objetivo
Siempre hay que tener claro que cuando vamos a iniciar una competencia física o mental, el objetivo es crecer como persona. Aveces podemos perdernos en delirios de grandeza y obsesiones por la victoria y eso nos va a generar una angustia emocional opuesta al desarrollo personal.
Algo que puede ayudar es preguntarte ¿Por qué estoy compitiendo en esto?, ¿por qué quiero conseguirlo? Si la respuesta es para demostrar superioridad sobre los demás y no para crecer personalmente, lo mejor es hacerse a un lado.
Saber perder
Cómo en todas las competencias a veces se pierde y para ser una persona competitiva, pero sana, es importante saber honrar al vencedor y aceptar que perdimos con base en las reglas del juego, pero ganamos un montón de experiencia. Así estaríamos regresando al punto numero uno: tener claro el objetivo de la competencia.
Que nuestra competitividad beneficie a otros
Una persona con una patología suele competir para obtener el reconocimiento de los demás o demostrar su superioridad y para ello termina dañando las relaciones con las personas que lo rodean. Lo opuesto sería competir para buscar que las personas que te rodean crezcan contigo y ganen conocimientos en equipo.
Básicamente se trata de darle un sentido a nuestra competitividad para fomentar en otros la superación personal, el aprendizaje y la tenacidad.
“La competitividad no depende ni del tamaño ni de los recursos: Depende de la iniciativa para la innovación.”
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