Últimamente he tenido varias pacientes que llegan con un “problema” en pareja, lo dicen de diferentes maneras, pero básicamente el problema es el mismo: su pareja gana menos dinero que ellas y por lo tanto, se sienten no cuidadas. Lo interesante es que a lo largo de las consultas, la gran mayoría de ellas se van dando cuenta que -de hecho- no les interesa que ganen más dinero, eso es más bien lo que la sociedad les pide.
Cuando logran darse cuenta que -de hecho- no les interesa que su pareja gane más, pueden explorar qué es lo que realmente quieren ellas: que se haga cargo de la casa, que me cuide haciendo cosas por mí, que tenga una pasión de vida aunque no gane mucho dinero… lo interesante es que esto lo vivan como un problema de comunicación y yo coincido.
El primer paso para poder tener una mejor comunicación con el otro es tener claro qué quieres tú. Es muy común que confundamos nuestras necesidades con lo que la sociedad o nuestros seres queridos nos exigen, por lo que comienzo a pedir algo que no quiero realmente y es difícil que mi mensaje llegue. El primer nivel de comunicación y muchas veces, el más difícil es comunicarme conmigo y ser honesto.
Un buen segundo paso, es entender que igual que tú, todos escuchamos a través de tus heridas. Un ejemplo que usa mucho mi hermano es como cuando a una chica le dices: “se te ven muy ajustados esos pantalones” y obvio, ya muchas de ustedes están leyendo: ¡me dijo gorda!… detrás de esta frase existen muchas opciones, quizás sólo quiere decir que algo tan apretado deja muy a relucir tu atractivo visual o está pensando llevarte a jugar gotcha de sorpresa y tiene miedo que no puedas correr a gusto; también puede ser que sienta celos de que todos se te queden viendo y dentro de esas opciones, existen muchas opciones
Sí comprendo que muchas veces lo que el otro dice no es lo que yo escucho y viceversa, puedo tener lo que mi socia llama comunicación asertiva. Es decir, yo hacerme cargo de que mi mensaje llegue y estar abierto a que el otro -no necesariamente- está diciendo lo que yo escucho.
Como con tantas cosas en la vida, es necesaria la paciencia, muchas veces me voy a tardar un buen tiempo en darme cuenta qué me pasa o qué necesito (si fuera fácil, mi trabajo sería muy distinto). También, es probable que me sea difícil escuchar lo que el otro dice o lograr que mi mensaje llegue.
Una de las experiencias más gratas de mi vida es trabajar con mi socia -la sexóloga Di Bari- y mi hermano -Fabio Valdés- ambos escriben en esta página. Es un poco difícil porque la relación es muy cercana y afectiva y esa cercanía hace fácil que nos demos en nuestras heridas sin querer.
Uno de los lugares incómodos que me tocó vivir en esta sociedad es ser el “pesimista”, suelo ser el que ve las peores opciones y cuando mis socios andan muy optimistas, ha sido difícil mostrar que mi punto pesimista nos puede cuidar a tomar mejores decisiones y cuidarnos en el camino, pero también ellos me han hecho ver que si escucho de más a mi pesimismo, nunca entraré en acción.
Esta semana quiero dejarte de tarea que comiences a observar ¿Cómo platicas con la gente? Pregúntate ¿realmente estoy escuchando o son mis heridas? Cuando me siento no escuchado ¿realmente no me están escuchando? Los invito a que prueben varias formas de que el mensaje llegue y pregunten ¿Qué estas escuchando con esto que digo?
Si quieres tener mejor comunicación contigo mismo y tener algunos consejos para aprender a distinguir lo que tú quieres de lo que la sociedad te pide. No te pierdas mi siguiente columna donde platicaremos cómo comunicarte mejor contigo.