Desde hace muchos años recuerdo este diálogo de si existe o no la envidia buena y la envidia mala. Me da igual si existen una, dos o tres envidias, para mí lo importante es qué haces cuando sientes esa emoción. Seguro sientes culpa y te sientes una mala persona porque te han educado diciéndote que la envidia no es una buena emoción y hasta es un pecado capital.
Yo envidio a muchas personas y a muchas de ellas MUY cercanas. Envidio la capacidad que tiene mi hermano de pensar estructurado, envidio el manejo de imagen que tiene mi socia, la disciplina laboral de mi novia, la capacidad de estudio de mi mejor amiga, la forma de tocar guitarra de mi maestro…
Muchos años me sentí mal de sentir envidia de las personas cercanas, incluso eso trajo muchos problemas con amigos y ex parejas. Vi a la envidia como una emoción mala y que sólo molestaba. Después de muchos años de tratar de quitármela (y por supuesto no lograrlo) pensé “si viene en el equipo seguro funciona para algo” sólo tenía que encontrar para qué.
Como todas las emociones, si la miras sin juicio es fácil ver para qué sirve. La envidia es esa emoción que nos dice qué cosas tiene el otro que yo quiero. El problema con la envidia es que cuando la sentimos olvidamos ver el precio que paga o ha pagado la otra persona por obtener eso que nosotros queremos. Por supuesto que quiero tocar la guitarra como mi amigo Ramón pero, ¿Estoy dispuesto a ensayar varias horas diarias por muchos años para lograrlo? Después de responder esa pregunta de manera honesta sé que no me interesa tocar como él pero si como alguien que está dispuesto a ensayar 30/60 minutos diarios.
No te engañes, TODOS pagan un precio por lo que tienen, nada en la vida es gratis aunque lo parezca. El secreto está en buscar que precios está pagando la otra persona y ser honesto para saber si te interesa tanto como para pagar el precio.
También a veces confundimos las cosas, quizá no quieres el cuerpazo o el coche, sólo quieres la seguridad que crees que eso te va a dar. Recuerdo hace muchos años que una paciente me dijo “ya sé que quiero, quiero dar terapia” y después de algunas preguntas se dio cuenta que lo que en realidad quería era estar tan entusiasmada con su trabajo como nos veía a mí y a mis socios.
Esta semana te quiero dejar de tarea que comiences a hacer las paces con tu envidia y que hablando con ella te des cuenta qué te está mostrando. Recuerda ver si estás dispuesto a pagar el precio por eso que vez en los demás y cuestiónate mucho sobre si lo que quieres es eso que dices que quieres o lo que crees que eso te va a dar.