Cómo usar mis heridas a mi favor


Hace años, en una serie escuché una frase que me ayudó a entender algunas reacciones mías y de las personas cercanas: hablaba del dilema del erizo. Decía que los erizos tienen espinas para defenderse, pero tienen necesidad de cercanía, cada vez que se acercan se hacen daño con sus espinas. Lo mismo nos pasa a las personas, tenemos necesidad de cercanía y al mismo tiempo, tenemos heridas que- cuando nos acercamos a la gente- nos damos en esas heridas sin querer.

Puedo usar esta información para alejarme de la gente, para que no me den en esas heridas o puedo aprender a hacerme responsable de esas heridas. Solemos esperar que las demás personas se hagan cargo de nuestras heridas, que adivinen o estén al pendiente de cuidarnos. Es cierto que las personas que nos quieren “deberían” estar más atentos a nuestras heridas que los simples conocidos, pero también es cierto que las personas que nos quieren tienen su propia vida, sus propias heridas, sus distracciones y otras personas que cuidar.

Si esperamos que el 100% de las veces recuerden nuestras heridas y actúen en consecuencia, es muy probable que constantemente vivamos decepciones. Si interpretamos esos descuidos como “no me aman” es muy probable que solamos tener peleas que no llevan a nada.

Mi novia y yo, hace mucho tuvimos una discusión porque yo necesitaba que me mandara un mensaje diario, un simple te amo. Se lo pedí y por unos meses me lo mandó y después, se le volvió a olvidar y volvimos a hablar, varias veces… hasta que un día me di cuenta que ella me amaba y aún así, tenía su propia vida y era natural que se olvidara. Así que, decidí hacerme cargo de lo que necesito sin discusiones, cada que noto que se le está olvidando mandarme mensajes, hago “mañas” para que me lo mande; a veces le mando la letra de una canción, otras veces le mando yo el “te amo” y otras, simplemente le recuerdo que me mande mis mensajitos.

No importa qué tan fácil o plena haya sido nuestra vida, todos tenemos heridas. El tenerlas presentes nos ayuda a cuidarnos y poder hacernos cargo de nuestras necesidades. También nos ayuda a cuidarnos. Por ejemplo, si ya sé que la puntualidad es importante para mí y estoy saliendo con alguien impuntual, puedo -desde temprano en la relación- negociar con él y buscar maneras de cuidar mi herida de impuntualidad.

Las heridas son parte de nuestra historia, nos han hecho quienes somos y no importa cuántas cosas hagamos no se van a ir. Es muy probable, que si las trabajamos, se hagan más pequeñas o duelan menos, pero es importante tener presente que están y que es mi responsabilidad cuidarlas.

Esta semana, me gustaría dejarte de tarea que comiences en el día a día a notar cuáles son tus heridas y cómo podrías cuidarte, sabiendo que tienes esas heridas. Recuerda hacerte cargo de ellas y no esperes que por hablar 1 o 300 veces con alguien ya es cosa de ellos cuidar tu herida. Si tienes dudas sobre cómo comunicarte con las personas, no te pierdas mi siguiente columna donde platicaremos de eso.

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