En esta semana tuve dos ejemplos maravillosos del daño que puede hacer alguien en un afán de ayudar, pero sin saber cómo hacerlo. El primero fue con una paciente que se está divorciando y que por un evento escolar se estaba trasladando en el mismo auto con su exmarido. De repente, este señor le comenta “sin afán de ofender” que él no quiere que ella vaya a terminar como la mamá de él. A esta mujer, igualmente se separó de su marido y a partir de entonces se convirtió en una mujer “amargada” y que no hizo más que subir de peso y encerrarse en casa hasta morir. Mi paciente decía en la consulta que tuvo una gran necesidad de “partirle la cara a ese…”. El segundo caso a colación me pasó en un viaje de trabajo con una gerente de un laboratorio farmacéutico para el que trabajo. Durante una charla en un traslado largo nos preguntó a varios psiquiatras que veníamos en el autobús, el diagnóstico psiquiátrico que nosotros pensábamos que ella tenía.
Incluso con las mejores intenciones por las otras personas, no se puede andar por la vida jugando a ser un terapeuta aficionado. De hecho, tendríamos que desconfiar por sistema de toda persona que inicie una frase “sin el afán de ofender” o “con el respeto que me mereces”. Como en el caso de mi paciente, probablemente las intenciones de su exesposo eran buenas y el consejo podría haber sido valioso, pero el momento y las circunstancias fueron equivocados, además de que no existía en ningún momento la petición de ella sobre una opinión acerca de su vida.
Igualmente, el hecho de conocer y tratar a alguien que trabaja dentro del ámbito de la salud mental no implica que esa persona esté “analizando” a los demás todo el tiempo y que constantemente vea la vida a través de la clasificación de criterios diagnósticos de las enfermedades emocionales.
Aquí vienen la máxima de uno de mis mejores maestros en esta carrera:
“TODA INTERPRETACIÓN FUERA DE CONTEXTO ES UNA AGRESIÓN”
Para estos dos ejemplos; en el primero una interpretación no pedida, y en el segundo una interpretación solicitada pero fuera del contexto de un encuadre de psicoterapia y de análisis de la situación de una persona como paciente; cualquier consejo emitido va y será tomado por la otra persona como algo AGRESIVO. Así que si, aún después de leer estas líneas, quieren seguir cediendo a la tentación de ser terapeutas líricos es muy importante que sea solamente cuando la persona que queremos ayudar nos pide un consejo y en el lugar y momento adecuado para poder charlar al respecto.