En días pasados ha habido muchas notas informativas alrededor del caso del niño Edward Luna Trujillo de 3 años de edad, que falleció en Oaxaca a finales de noviembre del año pasado. Edward se fracturó el codo al caerse mientras jugaba y sus padres lo llevaron a una clínica privada donde se le realizó una cirugía para corregirlo. Unas horas después, el niño falleció en la terapia intensiva de otro hospital, aparentemente por complicaciones derivadas del acto anestésico. A partir de todos estos eventos se deriva que el médico ortopedista pediatra Luis Alberto Pérez Méndez y la anestesióloga Gabriela Cruz López se encuentran encarcelados. El fiscal general del estado de Oaxaca, Rubén Vasconcelos Méndez, tipifico el caso como un homicidio con dolo eventual con agravante de responsabilidad médico legal.
Ante toda esta cronología de hechos quiero comentar:
- Es absolutamente lamentable y toda una tragedia la muerte de un niño pequeño en un evento que normalmente debería de resolverse sin mayores complicaciones.
- Es correcto y adecuado que se realicen investigaciones al respecto con la finalidad de poder conocer y contar con la verdad acerca de la causa de la muerte de Edward.
- En dado caso, que de estas averiguaciones se tengan pruebas de una responsabilidad médico legal, se tendrán que derivar las sanciones que correspondan a las personas que estén implicadas, médicos o no médicos.
El punto central que quiero recalcar en este momento del caso y de la información es acerca del hecho de la criminalización del acto médico. Probablemente suene raro el término, pero esto se deriva de la tipificación que se le dio por parte del a Fiscalía General de Oaxaca a la acusación sobre los médicos implicados: homicidio doloso. Solo por el hecho de considerar que un médico tiene la intención de lastimar a un paciente en un acto médico, resulta insultante para la profesión, mostrando una absoluta y entera incomprensión e ignorancia de cómo se ejerce la profesión médica; y en el ámbito legal, un pésimo manejo del caso.
Los médicos, como primer enunciado del Juramento Hipocrático, seguimos la máxima de: “Primero no dañar”. Considero que se debe de seguir el curso necesario de las investigaciones, pero que de ninguna manera se debe de sentar el precedente de que los médicos podemos actuar con la intención de dañar a los pacientes.
La profesión médica es una ciencia muy complicada donde se tienen en juego la salud y la vida de las personas… una responsabilidad enorme y muy complicada. Que no se convierta en un ejercicio exageradamente defensivo de la profesión, donde además de pensar en como curar a un paciente, tengamos que pensar todo el tiempo en como nos vamos a defender de las demandas que se puedan producir.