Algunas de las patologías reina de la psiquiátrica son las que incluyen a los padecimientos psicóticos. Con esta palabra caracterizamos a los problemas que se presentan cuando los pacientes se alejan del juicio de la realidad. Se conforman por la presencia de fenómenos alucinatorios, oír, ver o sentir estímulos que no se encuentran ahí; y la conformación de ideas delirantes, momentos del pensamiento de ideas falsas que se viven con la fuerza y el convencimiento de que son reales y verdaderas, sin ajustarse a un juicio lógico. Los contenidos más frecuentes de estos desórdenes son los de tipo de daño y perjuicio, donde la persona vive al mundo como un peligro hacia su persona y su mundo. Dentro de las modalidades menos prevalentes se encuentra algo que se conoce en la jerga psiquiátrica como delirios erotomaníacos.
Estas son las ideas persistentes y con absoluto convencimiento de que alguien, habitualmente alguien famoso o reconocidos, se encuentra profunda y perdidamente enamorado de la persona afectada. Dando pie a fenómenos de acoso, persecución e interpretaciones incorrectas de las señales que se relacionan al enamorado en cuestión. De casos así, esta llena la literatura psicológica y, en los peores casos, los periódicos y las revistas de chismes. Esta intensidad de las emociones, llega a ser tan peligrosa que en ocasiones lleva a tragedias entre los diferentes involucrados.
Usualmente, vienen dentro de un grupo de enfermedades que se conocen como Trastornos delirantes, muy difíciles de diagnosticar y de tratar, con mala respuesta a los fármacos y a los distintos esquemas de psicoterapias.
En este 14 de febrero atípico, es buen momento para hablar de los desenlaces inadecuados del amor, como los delirios erotomaníacos.