Estamos muy acostumbrados a escuchar de cómo se producen alteraciones de ansiedad y depresión en cerca de la mitad de las mujeres que pasan por la etapa alrededor de la menopausia. ¿Pero pasa lo mismo con los hombres y la disminución en los andrógenos?
Los estudios de investigación son muy interesantes al respecto. La testosterona va decayendo de forma muy sutil y progresiva generando una deficiencia parcial en sus niveles. Esto no produce la presencia de síntomas físicos bruscos como los bochornos y los cambios en la piel y el pelo que pasan en las mujeres con el periclimaterio; pero si de forma pausada se disminuye la libido y cambia el cuerpo de los varones, con menor índice de masa muscular y mayor y más rebelde acumulación de grasa corporal.
En el ámbito psiquiátrico las estadísticas son contundentes. A menores niveles de testosterona se aumenta de forma proporcional la presencia de alteraciones intelectuales, molestias en atención y concentración, desinterés en las actividades placenteras, insomnio, síntomas de ansiedad y, formalmente, más episodios depresivos.
Hay que decir que los factores bioquímicos no son los únicos involucrados. También coinciden con la presencia del síndrome de nido vacío, la jubilación, la baja de ingresos económicos subsecuente, la mayor presencia de enfermedades crónico degenerativas y los duelos de la muerte de los compañeros de vida.
En números redondos prácticamente se presentan el doble de enfermedades depresivas donde el tratamiento más moderno es a través de la combinación de la terapia de reemplazo hormonal junto con un manejo antidepresivo ajustado para la edad y condición física, aunado a una psicoterapia de sostén para los eventos desafortunados de vida.