El estrés y la navidad

María Eugenia Ibarzábal

María Eugenia IbarzábalEn la entrega anterior Raúl le recomienda a su esposa Marina que acuda con un psicoterapeuta ya que además de vivir con estrés agudo, tiene episodios donde se aumenta presentando crisis de ansiedad; ella ha decidido hacerlo para el próximo año.

Al día siguiente, llega a la oficina después de llevar a los niños a la escuela y para su sorpresa encuentra a una compañera llorando.

–¿Qué te pasa? –Pregunta Marina–.

–¿Estoy muy triste? –le contesta–.

–¿Por qué?

–Porque mi mamá se murió un 18 de diciembre cuando yo era niña y estas fechas están cargadas de mucha nostalgia. Siempre pienso en qué hubiera pasado si ella no se hubiera ido tan rápido, seguramente hubiera sido más feliz con toda mi familia.

–«La abracé y pensé si me hubiera pasado eso a mí, ¿cómo hubiera sido mi vida?; si yo teniendo a toda mi familia de repente me pongo triste sin razón o angustiada y ahora con las crisis»

Empezó el trabajo, fue un día muy pesado porque ya casi salimos todos de vacaciones y como siempre los jefes quieren que dejemos todo listo para no dejar pendientes.

Me quedé una hora más a trabajar, al salir ya no había nadie, vi el lugar de mi compañera vacío y me quede pensando ¡que uno considera que lo que le pasa es lo peor, pero no ve a las otras personas, lo que están viviendo o lo que han vivido.

Pensé en las personas que están solas, que no tienen con quien compartir; en los niños abandonados que para ellos no hay regalos, sólo la dureza de la vida. Pensé en las personas mayores; en los asilos que nadie va a visitar a menos que reciban un regalo, un cariño, un abrazo. Pensé en los enfermos de los hospitales, muchas veces sin esperanzas de una vida mejor.

Reflexioné en cómo he sido tan egoísta pensando sólo en mí, en lo que me pasa, en mi estilo de vida, que entiendo es muy agitada, pero si reviso lo que tengo, realmente tengo todo y no me hace falta nada; tengo un esposo que me ama y lo amo, dos hijos sanos, mis padres sanos, mis hermanos que nos queremos y ayudamos, un techo donde vivir, comida diaria, médico cuando me enfermo, un trabajo que me gusta.

Sí no tengo un trabajo tan bien remunerado como yo quisiera, mis hijos sacan buenas calificaciones, pero no 10, mi casa esta bonita, pero no es tan grande como yo quisiera, me llevo bien con mis hermanos, pero sus esposas son bastante pesadas y aburridas, mis papas están sanos, pero ya están grandes, si analizó tengo todo, pero a medias no como yo lo quisiera».

Que gran error está cometiendo Marina, tan común en muchas personas, No estar satisfechos y agradecidos con lo que tenemos. Ella considera que está bien, pero no tan bien, le falta y si tuviera todo lo que quisiera, tampoco estaría conforme porque le faltaría más.

No digo que las personas sean conformistas, NO, pero sí agradecer lo que tenemos. Dar gracias, dar gracias, dar gracias y ayudar a quien menos tiene, creo esto nos va a facilitar mucho a trabajar nuestro estrés, saber que estamos contentos con lo que tenemos, pero además trabajar específicamente si queremos más y dar de nosotros a los demás, a quien menos tiene, considero es una misión para nuestra vida.

He aprendido que no se necesita tanto para estar tranquilos, es importante aceptar nuestra realidad, quienes somos, como somos, que queremos y cambiar lo que queramos cambiar, pero sin angustia, sin dolor, solo con decisión.

Así que te deseo disfrutes esta Navidad, sin grandes lujos, regalos, cantidades de comida desperdiciada, sino con la amabilidad de tu corazón, serenidad en tu alma, inteligencia en tu mente y ayuda a los demás. Es el mensaje de esperanza de un mundo mejor, de la Navidad y Don Quijote de la Mancha.

Nos vemos en la próxima columna, en el 2017.

Este año se fue volando y no podemos desperdiciar el tiempo.

Maru Ibarzábal.

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