He estado cavilando, reflexionando, meditando, introspeccionando (creo que esa no existe) –y un chingo de verbos más que tengan que ver con el proceso del pensamiento enfocado–, sobre el tema de la pareja feliz y cómo no fuimos educados para lidiar con nuestras emociones y muchos menos con las emociones de alguien más.
El punto es que hoy creo haber desvelado uno de los misterios que más han afligido a la humanidad y ese es el secreto para ser feliz en pareja y prolongar esa relación por muchos años.
Puede sonar exagerado, pero si tienes manera de refutar o complementar la siguiente teoría que aquí planteo, con gusto te leo en la caja de comentarios.
Ahora sí… Todo comenzó cuando estaba haciendo un ejercicio de memoria (los cuales evito la mayor parte del tiempo por las trampas de la nostalgia) y sin querer di con uno de los capítulos de Malcolm el de en medio donde Lois le habla a uno de sus hijos sobre el secreto de su matrimonio: el sexo.
Puede no ser una respuesta reveladora, pero es el esqueleto de mi teoría. Se necesita buen sexo, y me refiero a lo que sea que los deje satisfechos a los dos (fetichismo, BDSM, exhibicionismo, tríos, swinger, orgías o simplemente experimentar todas las posturas del kamasutra en pareja, como sea que les guste el sexo, pero que les guste lo mismo). Es importante remarcar que no sólo se trata de tener una vida sexual, sino tener una vida sexual plena, pues de no ser así, estarán en riesgo de convertirse en mejores amigos, roomies o cualquier otra cosa monótona como un matrimonio de más de 30 años en los años 30. En palabras que todos podemos entender, tienen que estar igual de enfermos, pero sobre todo, tienen que ser auténticos.
Ahora pasemos a un segundo proceso de ideas… ¿Qué van a hacer cuando no estén teniendo sexo? Esto me llevó de nuevo a ese desagradable ejercicio de recordar en donde me topé con pensamientos gratos de exparejas que hoy aborrezco tanto como carne putrefacta. Descubrí que a pesar de lo mucho que quería apartar de mi mente esos buenos momentos, para centrarme en el caudal inagotable de maldad que de sus negros corazones emerge, no podía darle la vuelta a un hecho, y es que sin importar todo lo malo que después vino, sí hubo buenos momentos.
Por supuesto no los suficientes para continuar con esas relaciones, y es ahí donde la segunda de las piezas que componen mi teoría apareció. Buenos y suficientes momentos, pero ¿cómo generarlos cuando ahí afuera hay todo un mundo lleno de adversidades listo para abofetearnos en la cara? Miles de factores que están fuera de nuestro control. La respuesta es con algo que sólo compartimos con nuestros mejores y más íntimos amigos; con esos con los que podemos mentarnos la madre y burlarnos de nuestras características más denigrantes sin sentirnos ofendidos, sino todo lo contrario: motivados para hacer lo mismo con ellos y sus características de vuelta y por dos. Humor… Buen humor. El humor de ambos debe de ser igual de meloso, negro, ácido, abstracto, simple o banal, para que así los dos puedan reír juntos de las mismas adversidades.
¿Estoy siendo muy romántico con esta teoría?
El tercer pilar de nuestra estructura radica en el creador y destructor de naciones: el dinero.
“Con dinero baila el perro”, “moneytalks”
Tal vez esté hablando de más, pero lo hago esperando hacerle un bien a usted y si logra transmitir a la siguiente generación esta información (o sea, sus hijos) habrá valido la pena. La mayoría de los problemas que tuvieron mis padres mientras nos criaron fueron por el dinero. Porque nunca alcanzaba y no sé si fue porque se casaron muy jóvenes, pero de haber esperado un poco más a que los dos contaran con una estabilidad económica superior, la cosa seguramente habría sido más llevadera. Al final, ellos superaron todas las adversidades y hoy siguen juntos, pero sé de muchos otros matrimonios más jóvenes que no han tenido la misma capacidad de tolerancia que ellos. Que se han desmoronado ante la falta de una infraestructura económica.
Me retiro, esperando que reflexiones un poco en si tu actual relación está compuesta de estos tres elementos, si crees que con sólo dos de ellos se puede ser feliz por muchos años, si necesitas hablar con tu pareja o cambiar de pareja y/o si estás a tiempo para hablar con tus hijos no sólo de sexualidad, sino también de educación emocional.