La vida diaria es un ir y venir de actividades, una montaña rusa de citas de agenda, requerimientos que hay que cumplir, demandas de la vida adulta y de las responsabilidades que se vienen con los años. El espíritu de esta participación no es el montar una plataforma de rebeldía para crear un anarquismo donde caigamos en el caos de que cada quien haga lo que se le venga en gana. Más bien quiero hacer un atento llamado a que, para seguir cumpliendo de la mejor manera y de la forma mas efectiva con estas necesidades, debemos de partir de ser adultos sanos con un equilibrio mental mínimo que nos permita ir para adelante.
La alerta es para recordar que el día tiene 24 horas, que debemos de tomarnos un tiempo para nosotros, aunque a veces tengamos que agendarlo también. Que los problemas de la vida van y vienen, y que de alguna forma siempre se resuelven, con menor o mayor satisfacción. Pero lo que no podemos perder de vista, es hacer una pausa, no necesitamos más de 5 a 10 minutos, respiraaaaaaaa por la mañana, siente el sabor amargo de tu café y date cuenta como pasa por tu esófago lento y se instala calientito en tu estómago, detecta como los receptores sensoriales de tus dedos acarician la porcelana resbalosa de tu taza, percibe como la tela de tu pijama aprieta tu cuerpo recién salido de la cama con la pereza ya conocida que antecede al incómodo momento de quitártela para poder entrar en la regadera donde el golpeteo puntilloso de las gotas de agua van a decirle a todo tu cuerpo que es el momento de despertarte. Dale el correcto y poderoso valor a estos segundos para sumar la primera satisfacción con la cual vamos a batallar con la balanza de situaciones estresantes que seguramente vendrán en las siguientes horas.
Detente y respiraaaaaaaa.