¿Estar deprimido altera tu forma de pensar?

Edilberto Peña de León

Edilberto Peña de LeónConstantemente me encuentro con personas que piensan que la depresión es una debilidad de carácter y que lo manifiestan diciendo: “Sólo está deprimido el que quiere estarlo, las personas que verdaderamente quieren estar mejor pueden lograrlo con sólo desearlo”.

Con esta participación lo que menos quiero lograr es justificar a los individuos que se escudan ante el hecho de estar deprimidos para no tener logros importantes en su vida laboral o personal. Quiero que ustedes piensen acerca de conocidos que hayan visto pasar por en medio de un episodio difícil y claramente reconocido como una depresión.

El estar deprimido no solamente se refiere a los síntomas emocionales como la tristeza y la desesperanza; tampoco a los síntomas físicos, de los cuales ya hemos hablado como los de que se presentan cuando somatizamos nuestras emociones o pasamos por un período de ansiedad con temblor, sudoración, opresión en el pecho o falta de aire. También existe una dimensión de la depresión que es la de los síntomas intelectuales. Dentro de estos tenemos los que alteran nuestro gusto por la vida y nos hacen pensar en para que estamos aquí y nos hacen querer estar muertos, y en segundo lugar, los que alteran las funciones de ejecución de nuestras ideas. Al estar deprimido, el síntoma más característico es la dificultad para tomar decisiones. Nos cuesta decidir si nos levantamos de la cama, si nos metemos a bañar, que ropa nos vamos a poner, si vamos o no a comer, ni se diga de que tipo de alimentos queremos; si salir de casa o quedarnos, y de si prefiero estar despierto o dormido. Los ejemplos anteriores eran de lo más básico y cotidiano de la vida, ahora lleven el síntoma a las decisiones importantes del trabajo, si hago o no una junta, si compramos mas material o no, o si respondo ese email de forma cortés o agresiva. Imaginen cosas trascendentales y super relevantes que en algunos momentos nos toca elegir en medio de los peores momentos, como una depresión. Si cambio de trabajo, de ciudad, si tomo o no esa oportunidad que a lo mejor sólo veré una vez en toda mi existencia o si me divorció o no.

Es en el trabajo del consultorio que me encuentro estas disyuntivas con mucha frecuencia. Lo que más me funciona para tranquilizarlos es decirles que esa dificultad que tienen para tomar uno y otro camino, se debe a lo importante del tema que tienen enfrente, pero también, en buena medida, a los síntomas intelectuales propios de la depresión. Los pacientes descansan al saber que no son los únicos que sufren de esto y que además seguro lo harán mejor si se esperan prudentemente un poco de tiempo y si se tratan como es debido de los síntomas depresivos.

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