Probablemente pensemos que el finalizar el período vacacional representaría una gran oportunidad de bajar el estrés… se acabaron las vacaciones, los hijos regresan a la escuela, ya no tengo que inventar que hacer con ellos durante las mañanas, ya no hay curso de verano, ya no tengo que resolver quien me ayuda a cuidar a los niños en el verano…
Existen muy claros factores que incrementan la ansiedad en estas épocas y donde podemos hacer poco para evitarlo y mucho para resolver el estrés del regreso a clases:
- Las reinscripciones: siempre representan un gasto extra y que, aunque programado, no hay la forma perfecta de programarlo después de los gastos extras de las vacaciones.
- Los útiles escolares: cuadernos, libros, plumas, lápices, reglas, transportadores… son una lista interminable que siempre es sorpresiva y que hay que resolver YA.
- Los uniformes escolares: lamentablemente los niños crecen y aquella ropa que les ajustaba perfecto en el mes de junio, ahora para agosto-septiembre ya no es lo mismo; y que decir de los zapatos y los tennis que, o ya están desgastados, o no hay manera de que les queden cómodamente a nuestros hijos.
- Las deudas: salir fuera de la ciudad siempre representa una oportunidad “venenosa” para pensar: “vámonos a Acapulco, que nos preocupamos de la tarjeta de crédito al regresar”…
- El tránsito y filas propios de las épocas: desde las autopistasde vuelta a casa y hasta las largas filas que hay en los centros comerciales y papelerías en esta semana , no es difícil que nos desquiciemos ante tantas personas tratando de hacer lo mismo que nosotros.
Pero con mucho, el factor que yo considero que es el más estresante en estas semanas, es el volver a generar un patrón de rutinas diarias efectivo que logre que todos tengamos un desempeño óptimo todos los días. Los niños que lleguen temprano a clases y los adultos que chequen tarjeta en el horario adecuado para no tener descuentos en el cheque quincenal. Regresar a las levantadas una o dos horas antes de lo habitual, correr, gritar, enojarse, desayunar precariamente y tratar (muchas veces sin éxito) librar el tránsito matutino en la competencia contra todos los demás; para nada es una labor fácil, mucho menos una misión imposible. Con mucho, la mejor vacuna es la anticipación y el “entrenamiento” previo en las semanas anteriores para obtener los mejores resultados en los días por venir… mucha suerte.