Ya desde tener un nombre así, cualquiera podría dudar de su existencia… pero el síndrome de fatiga crónica si existe. Así de categórico, y como las cosas organizadas en medicina, ya está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tiene un nombre mucho más técnico, pero muy difícil de recordar: encefalomielitis miálgica. Se caracteriza por presentar una fatiga profunda que no mejora con el descanso y que incluso empeora con períodos de actividad física o mental. Esta fatiga suele ir acompañada de dolores musculares inespecíficos, insomnio, debilidad y alteraciones intelectuales (falta de atención, concentración y memoria). La fatiga llega a presentar dos características importantes:
- Después de un esfuerzo físico llega uno a tardar más de 24 horas para reponerse.
- Esta situación de fatiga permanece siendo predominante por más de 6 meses.
No es raro también que los pacientes tengan dolores articulares, inclusive que se presentan rojas y calientes, como si fuera una infección; además de ganglios inflamados y dolor de garganta sin explicación.
Se presenta más frecuentemente en mujeres después de los 40 años de edad y lo más raro de todo es que todavía no se cuenta con una causa clara de lo que produce esta enfermedad. Se llega a postular que es una consecuencia de un tipo de depresión atípica y no bien tratada, así como ciertas infecciones virales difíciles de diagnosticar y hasta como consecuencia de episodios largos de estrés crónico.
Así como todavía no se encuentra una causa, así de complicado es encontrar un tratamiento adecuado. Lo recomendable es:
- Evaluar el uso de antidepresivos.
- Usar educación y medicamentos que mejoren la calidad del sueño.
- Analgésicos que mejoren y permitan estar al paciente sin dolor.
- Terapia cognitivo conductual para regresar a realizar las actividades cotidianas de forma lenta y progresiva.
- Pero sobre todo entender que la mejoría será con muchas pausas, muy poco a poco y acompañar al paciente para que no se desespere.