La vida se trata de llegar a acuerdos… con uno mismo, con la pareja, con los amigos y por qué no, con la vida. Pero seamos honestos, hay unos que cuestan más trabajo que otros.
Por ejemplo, si tu comes carne y yo, pues simplemente vamos a algún lugar que incluya ambas opciones y felices todos. Pero, si tu quieres tener encuentros sexuales todos los días y yo con una vez al mes estoy a gusto ¿qué hacemos?
Cuando hablamos de incompatibilidad sexual, esto es lo más cercano a eso. Combinar nuestros deseos sexuales –cuando son TAN disparejos- es todo un reto. No digo que sea imposible, pero en mi experiencia –personal y profesional- es de los acuerdos más complicados de generar.
En el ideal de los casos, el de menos deseo sube un poco más y el que tiene más apetito sexual, se baja un poquito… con el afán de encontrar algo más cercano al punto medio. El problema es cuando son tan diferentes, como el ejemplo de arriba. ¿Qué hacemos? ¿Quién está mal? ¿A quién le toca ceder? ¿Qué necesitamos tomar en cuenta?
Vámonos por pasos pues. ¿Qué hacemos? Respirar profundo y tener “esa” plática incómoda que no hemos querido tener con nuestra pareja. Hablemos del problema. Empecemos por darle voz a lo que nos está pasando.
¿Quién está mal? NADIE. Ninguno de los dos tiene “la culpa”, simplemente cada uno tiene necesidades sexuales distintas. Esto es bien importante, no hay nada que sanar ni curar. Nuestro deseo sexual es variable y no todos tenemos el mismo nivel de calentura –y nada tiene que ver con el género al que pertenezcamos-. Entonces ¿A quién le toca ceder? ¡Buena pregunta! Por principio, se respeta la decisión del que menos quiere, por mucho la respuesta no es obligar ni exigirle al otro que acceda al encuentro. Pero tampoco es cómodo para el que sí quiere, sentirte excitado(a) constantemente y –sin querer- rechazado(a) por su pareja con la misma constancia.
En el ideal de los casos, tal vez la persona que tiene menos libido puede interactuar con su pareja, con besos y caricias, masturbando/estimulando a su pareja para que él o ella se siente más satisfecho sin necesidad de –forzosamente- tener una penetración o una interacción más allá de ser una especie de “ayuda”. Se que lo que estoy diciendo, probablemente a muchos de ustedes les suene mecánico o simplemente mal, pero es una opción y no hay nada malo con ella, si ambas partes están de acuerdo y funciona para ellos. Es sólo una opción.
Finalmente ¿Qué más necesitamos tomar en cuenta? Si es algo que cambió o que siempre ha sido así. La relación que cada uno tiene con la sexualidad… tal vez, si trabajo en esto, logre subir o bajar un poco mi libido –según sea el caso-. Se vale pedir apoyo y acudir con un(a) especialista; seguramente, juntos, podremos encontrar la mejor solución para lo que están viviendo.
Al final, cada uno decidirá lo que es mejor para ustedes. Hablar, ceder, acordar, pedir ayuda o simplemente terminar y tomar caminos separados. La decisión es personal, pero espero haber sido de apoyo para que, si estás pasando por algo así, tengas más herramientas para tomar la mejor de las decisiones –según sea tu historia-. Nos seguimos leyendo.