En medio de la finalización del período vacacional de la Semana Santa y la Semana de Pascua, surgió un tema que acaparó lo titulares de la prensa del espectáculo: la entrevista de Frida Sofía, destapando acusaciones de maltrato psicológico y físico por parte de su madre y abuso sexual por parte de su abuelo y ex parejas de su madre.
Para nada es motivo de esta participación el juzgar esas acusaciones, lo que si es motivo del campo de los expertos en la salud mental, es que en varios comentarios surgió el que Frida Sofía es portadora de “Bordeline Disorder”, o traducido al castellano, Trastorno Limítrofe de la Personalidad.
Se trata de un desorden en la formación de mi temperamenteo y de mi carácter, que se manifiesta de forma recurrente y estable en mis relaciones interpersonales y con el mundo a mi alrededor. Existen más de 10 trastornos de la personalidad, uno de ellos es el limítrofe. Este en particular, se caracteriza por la presencia de inestabilidad emocional persistente, eventos de ira e irritabilidad inapropiados y exagerados, mal control de impulsos en varias áreas (consumo de sustancias, relaciones sexuales en contextos inapropiados, compras descontroladas o conducción de vehículos temeraria), sensación crónica de vacío emocional; y los más llamativo, eventos conocidos como episodios micropsicóticos, donde de 24 a 72 horas, tienes una exaltación intensa y severa, que te hace despegarte de la realidad, con gran descontrol en las reacciones e incluso presentando ideación e intentos de suicidios, donde frecuentemente se requiere de una contención hospitalaria. Comienza a manifestarse después de los 15 años, con un pico de síntomas al pasar de los 20 años y que va disminuyendo en malestar al cumplir los 30 años.
Se trata de una condición que requiere en primer lugar, un manejo con una psicoterapia específica, de preferencia de corte dialéctico conductual, que se centre resolver los conflictos en el aquí y en al ahora, contraindicando todo aquello que tenga que ver con regresiones o hurgar compulsivamente en el pasado de los pacientes. Así mismo, el acompañarse de medicamentos que estabilicen los malestares graves en los síntomas antes mencionado: estabilizadores del estado de ánimo, del control de los impulsos y que puedan ayudar a salir de la forma más rápida de las crisis micropsicóticas. No se cura, se controla con gran efectividad, pero siempre dependemos de uan buena conciencia de enfermedad y un apego estricto al manejo de terapia y farmacológicos.
Hay que aprender a diferencias, los conflictos personales, de estigmatizar las patologías de la salud mental. Las noticias de esta semana fueron un gran ejemplo.