¿Verdad que se siente muy bonito que te digan que haces algo bien o que eres importante en la vida de alguien? Eso es el reconocimiento.
Es muy empoderante pensar que somos seres individuales, que contamos con todas las capacidades para lograr nuestros objetivos, que si nos esforzamos alcanzaremos nuestras metas, y que, para terminar pronto, no necesitamos de nadie para ser exitosos en la vida. Pero también es cierto, que el ser humano, es un animal muy evolucionado, que se desenvuelve excelentemente cuando forma parte de una manada, cuando está inmerso en una red de apoyo y de sostén, que le confieren la seguridad, tranquilidad, herramientas e impulso para poder sentirse alguien confiado y arriesgarse saliendo del área de confort y buscando nuevos horizontes en la vida.
Es por esto, que representa una gran recompensa, y repito no es que seamos tan simples como estímulo – recompensa, el hecho de que las personas importantes en mi vida se tomen un momento de su tiempo para darme un reconocimiento por una buena acción, por un logro, por un esfuerzo persistente que se coronó; o incluso, para decirnos que el tiempo y las energías gastadas en una pelea que no hemos terminado, se notan y nos empujan a seguir adelante.
A veces los seres humanos estamos más acostumbrados a ser críticos y cumplir con nuestra labor de señalar los errores y problemas que vemos en los que nos rodean, pero debemos de entrenarnos y entrenarnos, cada vez más, en ser igualmente, elementos que premiemos los alcances y sacrificios de nuestro grupo para crear este círculo virtuoso que describimos previamente: una buena palmada en el momento justo es el impulso que hace que vayamos más adelante.
Dr. Edilberto Peña de León