¿Sabes cómo surgieron los organilleros en México? te contamos su historia, la cual se ha mantenido intacta desde siglos atrás.
Organilleros
Los organilleros son muy característicos de México, todos los mexicanos han escuchado alguna vez su peculiar música, y es que suelen estar en diferentes puntos de la CDMX, regularmente en los lugares dónde hay más flujo de gente, precisamente en el Zócalo hay muchos de ellos regados por las calles.
Su objetivo es ofrecer a los transeúntes un poco de música, normalmente tradicional a cambio de una cooperación voluntaria de dinero, para que se puedan subsistir.
Siempre trabajan uniformados con un conjunto color caqui, además de un sombrero muy similar al de los policías, por lo regular cuando tocan, se encuentran con algún peluche o títere para así llamar más la atención de la gente, muchas veces se puede observar un simpático changuito de juguete colocado sobre el organillo.
A pesar de que los conocemos bien, hay un misterio detrás de ellos ya que no se sabe realmente de dónde surgieron y desde hace cuánto tiempo, simplemente siempre los hemos visto, por lo que su origen sigue siendo un misterio para muchas personas, lo cuál es muy desafortunado porque la historia de los organilleros en México es realmente interesante.
Historia de los organilleros en México, ¿Cómo surgieron?
Muchos tienen la idea de que este peculiar instrumento es mexicano, lo cual es totalmente falso, y es que para sorpresa de muchos el organillo es un artefacto de origen alemán.
Este llegó a México a finales del siglo XIX, para lograr convertirse en uno de los objetos más reconocidos en el país, pues realmente llegó para quedarse.
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El organillo es una caja de madera portátil, además de una manivela que, al ser hueca, tiene unas puntillas de bronce que dan las notas de cada melodía.
Se popularizó en el país a finales del siglo XIX, cuando familias provenientes de Alemania y Austria se instalaron aquí.
Una de las familias más sobresalientes, fueron los dueños de la casa de instrumentos musicales Wagner y Levien, una reconocida marca de pianos, que tenía entre su mercancía los famosos organillos, que solían rentarse a personas que quisieran ganar un poco de dinero tocándolo en las plazas públicas.
Estos entraron en plena época del Porfiriato, y el objeto era usado principalmente para ambientar ferias y funciones de circo, de ahí también ese sonido tan peculiar que nos remonta a siglos atrás.
Tomaron popularidad y se fueron desplazando en varias calles, debido a que era una importante fuente de trabajo, aunque algunas veces también las rentaban para dar serenatas.
En la época de la revolución mexicana se empezaron a adaptar corridos mexicanos, cambiando la música europea por la mexicana.
Cabe destacar que Pancho Villa llegó a llevar un organillo a su pelotón, con tal de mejorar el ánimo.
De hecho el uniforme que usan los organilleros es inspirado en el atuendo uniformado que usaba Pancho Villa.
Es como si los organilleros se hubieran quedado atrapados en el tiempo, con ellos podemos darnos una idea de cómo eran siglos atrás, además de que no tocan melodías modernas.
Las canciones que más se repiten sin duda son las golondrinas y las mañanitas.
Los organillos dejaron de fabricarse en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, aunque el gran número de organilleros en México ha sobrevivido debido a que es un oficio que se suele pasar de generación en generación, normalmente en las familias como tradición.
En 1975 se formó la Unión de organilleros la República Mexicana, y en la década de los 90´s, el Gobierno de Ciudad de México apoyó e impulsó un programa para preservar esta tradición en el Centro Histórico.
En la actualidad existen 3 países en Latinoamérica que continúan con esta tradición: Chile, Argentina y México, siendo nuestro país el lugar donde se tiene más arraigada esta profesión.
Sin duda, la historia de los organilleros en México es un claro ejemplo de perseverancia y tradición mexicana.