No sé a ustedes, pero a mí, me llama la atención como –cada vez más– lo íntimo se ha vuelto fácil y lo que antes era cotidiano, se ha vuelto íntimo.
Sí, hoy –a la menor provocación- alguien te manda su dick pic (selfie de su miembro viril en primer plano) o su boob shot (chichis pa’ la banda, pues) pero no te muestra ni un pedacito de quién es en realidad –qué le gusta hacer, qué le duele, quiénes son sus amigos, cuáles son sueños, etc–. Pareciera que hoy es mucho más sencillo desnudar el cuerpo que el alma.
Piénsalo, ni siquiera digo que esté mal, sólo es una observación de estos “tiempos modernos” –como los nombraría mi madre– que estamos viviendo. Hoy, hombres y mujeres nos es, digamos, sencillo irnos a la cama con un(a) desconocido(a); incluso si la relación sigue, nos es más fácil limitarnos al sexo y/o a intercambiar mensajes sexosos, antes que preguntarle ¿Qué te gusta hacer en tu día a día? ¿Cómo eras ni chiquito(a)? Ó simplemente un… me gustaste y me gustaría conocerte realmente.
Hace unos días hablaba de esto con una amiga y justo nos reíamos de lo absurdo que a veces llega a ser. Por ejemplo, conocí a alguien hace casi un año… no vive aquí, así que todo lo que ha sucedido en el año ha sido por mensajes, fotos y videos. Él me pide que haga una serie de cosas –sexuales, por supuesto- y se las mando. Nuestra comunicación siempre ha estado en términos sexuales, hasta hace poco, que me mandó una foto suya de su día a día… foto de él y unos amigos, después de un día de hiking. Fue rarísimo recibir esa foto, sin ningún tipo de connotación sexual… sentí que me mostraba un pedacito de él, de su verdadera intimidad. Sé que suena descabellado e incluso ridículo, pero es lo que se siente cuando lo íntimo es quién soy… no el cuerpo que tengo o los gustos sexuales que compartimos.
¿Te ha pasado algo así? ¿Alguna vez has sentido que compartirte con alguien –en la cama– es más sencillo que dejarte ver, que mostrar quién eres y cómo te sientes? Yo lo veo con mis pacientes y las personas que me escriben para contarme sus historias o las que se me acercan después de una conferencia o saliendo de un programa… pareciera que es algo cada vez más común, en todos los contextos.
Así que, te tengo un experimento esta semana. Si estás viviendo algo como esto y te gustaría probar algo diferente, te invito a jugar el juego de la honestidad. Es muy sencillo, sólo tienes que ser tú y preguntar y/o mostrar lo que verdaderamente quieres. Se trata de sentirnos conectados, de sentirnos valiosos; así que, esta semana, apuesta por ti, por la honestidad y por mostrarte un poquito más… sé que yo lo haré.
Alessia Di Bari