El canal de videos “Human Extended versión” ha recogido historias de la vida real de más de dos mil personas en 60 países. Nos llama la atención el testimonio de Francine Christophe, una sobreviviente del holocausto judío.
“Mi nombre es Francine Christophe, yo nací el 18 de agosto de 1933… año en que Hitler tomó el poder”, comienza a relatar la mujer. Cuenta que comenzó a portar su estrella que la identificaba como judía desde los ocho años de edad.
Pocos años después ella fue llevada, junto con su mamá, al campo de concentración en Bergen-Belsen, ahí comienza una curiosa historia de sobrevivencia que logró el reencuentro de dos personas muchos años después de la segunda guerra mundial.
“Permítanme recordarles cómo los hijos de prisioneros de guerra éramos privilegiados. Se nos permitió traer algo de Francia, una bolsa pequeña con dos o tres artículos pequeños… Mi mamá había empacado dos pequeños trozos de chocolate. Ella me dijo: ´guardaremos esto para un día cuando vea que te has colapsado completamente y realmente necesites ayuda. Te daré éste chocolate y te sentirás mejor´”, cuenta Francine.
“Una de las mujeres encarceladas con nosotras estaba embarazada, no te dabas cuenta porque estaba muy flaquita. Pero el día llegó y entró en trabajo de parto. Fue al hospital del campo con mi mamá, la jefa de barracas”, Francine y su madre acordaron ayudar a esa mujer, de nombre Helen, con el trozo de chocolate que habían guardado tan celosamente.
“Helen dio a luz al bebé, una pequeña débil cosita. Ella se comió el chocolate, ella no murió, ella regresó a las barracas. ¡El bebé nunca lloró! ¡Nunca! ¡Ni siquiera se quejó! Seis meses después el campo fue liberado. Desenvolvieron los trapos del bebé y el bebé gritó. Ahí fue cuando él nació. Lo llevamos de regreso a Francia, una pequeña cosita de seis meses”, relata gustosa la sobreviviente.
El final de la historia nadie lo puede contar mejor que Christophe. Las coincidencias también se dan después de la tragedia, y son estas concurrencias las que nos dicen que siempre es bueno ayudar, incluso en los momentos de crisis.