Por la noche se levantó un par de veces a volver el estómago. No llora ni se queja, pero sabemos que le duele porque a veces tiembla. El cáncer es tan agresivo que ya se nota a simple vista. El abdomen lo tiene repleto de protuberancias. Respira con dificultad y sabemos que es porque también llegó a sus pulmones. Cualquiera estaría dolado de dolor rogando por que la muerte llegue y acabe con todo; lo bueno y lo malo, con todo. Pero ella no es cualquiera y se levanta sonriendo el 90% de las veces y sale a caminar y respirar las contadas bocanadas de aire fresco que le sean permitidas. A veces incluso juega un poco y siempre se levanta para recibir a cualquier persona que llame a la puerta. Sé que siempre lo hace esperando que sea ella; la mujer que la rescató de morir en aquél lejano e inclemente frío del invierno. Se irá en el cálido verano.
Vivir tan cerca de la muerte me hace pensar en la oportunidad que se nos presenta a diario. La oportunidad de vivir por siempre.
¿Qué habrás dejado tras de ti cuando ese implacable estado llamado muerte te alcance?
Creo que lo primero es ser consciente de que de verdad vamos a morir; no sólo saberlo sino realmente vivir el miedo que antecede a la muerte. Imaginas a que no volveremos a ver a las personas que amamos y que no habrá segundas oportunidad cuando estemos al filo de la vida mirando un abismo negro del cual no hay retorno.
Cuando logres sentir el miedo podrás despertar todos los días dando gracias porque estás vivo y no sólo lo dirás, sino que en cada una de tus acciones lo demostrarás.
Gozarás del placer de cerrar los ojos, estirar tu cuerpo y aspirar profundo el aire fresco que llena de vida a cada una de tus células, porque estarás consciente de que los muertos no pueden hacer esa simple acción.
Todas las mañanas te pondrás de pie y al saberte una persona sana, usarás la oportunidad de crear. Convertir desde el pensamiento a la palabra y de ahí a la acción. En todas esas acciones de creación habrás dejado parte de ti y vivirá en los todos aquellos que contacten con tu obra.
Tu familia y las acciones que emprendiste para mostrarles el camino serán un legado en el que vivas eternamente. Las palabras que escribiste vivirán en un cuerpo más joven, y una mente que ansía el conocimiento será el nuevo modo de transporte de esas semillas que germinarán en otro tiempo más allá del tuyo.
El secreto de la inmortalidad se encuentra oculto en la palabra trascender.
Inspira a los demás con tus acciones y vive como si sólo tú pudieras escribir el final de tu historia. No dejes que nadie más escriba un solo capítulo de ella.
Esta noche, no llegues y te tires al sofá por el placer efímero de hacerlo. Mejor coge uno de tus sueños y dile “No te he olvidado”. Trabaje en él y vive de él.
Hoy el cáncer está terminando con una vida cercana a la mía, y me hace ver que hay otros tipos de cáncer que nos negamos a reconocer, y que ya están acabando con nosotros y con nuestros sueños.
Vive por siempre en tu obra y trasciende.
La muerte sólo será triste para los que no han pensado en ella.
Fénelon