¿Es esta observación una realidad? ¿Hay razones para pensar que esto es cierto? O Solamente son más mañosos, escandalosos y tienen menos experiencia de vida y por eso no le ponen suficiente freno y límite a lo que experimentan y su vivencia es más intensa.
Desde el punto de vista del desarrollo neurológico hay un punto a favor de que en efecto padecen más de la vida que otras etapas de la evolución del ser humano.
Resulta ser que hay dos partes superimportantes del sistema nervioso central que precisamente durante los 12 y los 21 años de edad se encuentran en plena remodelación y maduración para fundamentarse en su mejor forma para la edad adulta. Se trata de la amígdala y de la corteza prefrontal.
La amígdala es un núcleo que tenemos en la parte interna de nuestro lóbulo temporal, justo en la zona donde tenemos las porciones más primitivas del cerebro. En los alrededores se encuentran los sitios que controlan los impulsos básicos de sobrevivencia del individuo: sueño, hambre, sexo, afectos, etc. Y específicamente la amígdala es el centro regulador del miedo y de la ansiedad. Los mejores ejemplos de esto los miramos en los estudios de resonancia magnética funcional de los pacientes que están sufriendo de ataques de pánico. En estos protocolos se observan activaciones masivas del funcionamiento de la amígdala. Es por este proceso de maduración que nuestros chicos cercanos a los “dulces 16´s” tienen dificultades para poder graduar lo que sienten, darle una medida real y no sentir las experiencias de forma exagerada; condicionando respuestas que igualmente son desmedidas.
La corteza prefrontal, al contrario, es el centro más avanzado de todo el cerebro. Son las neuronas que se diferenciaron especialmente para pensar, para la toma de decisiones y para saber qué es lo que está bien y lo qué está mal. Después de que en la infancia aprendimos gracias a la repetición de eventos y el reforzamiento de conductas positivas y negativas; en la época de entre los 13 a los 21 años la corteza prefrontal finaliza su desarrollo y nos confiere la posibilidad de plantarnos diferentes escenarios y actuar de acuerdo a nuestras convicciones y no solamente a nuestras experiencias. Es por esto que en la adolescencia tenemos dificultades para poder darle la justa medida a la vivencia y poder tener reacciones que sean proporcionadas.
La neurociencia no nos da toda la verdad de los fenómenos, pero cuando menos nos orienta para entender mejor la realidad, como en esta pregunta… por lo tanto, sí, sí, los adolescentes sienten y experiementan más intensamente que otras etapas de la vida.