Un miedo recurrente en la consulta es el no querer exponerse a un tratamiento con psicofármacos “Porque me van a cambiar mi manera de ser”. La función principal de los medicamentos que tienen injerencia en el sistema nervioso central es modificar los niveles anormales de neurotransmisores en diferentes áreas del cerebro, que se encuentran en el abanico de enfermedades neuropsiquiátricas. Esto es, si mis mediciones de serotonina están bajas porque esto pasando en medio de un episodio de depresión, tomar el tratamiento que se me indique va a hacer que se regule esta deficiencia y ya; si hay cambios en mí, estos serán cambios en los síntomas propios de mi depresión, pero no así en los rasgos de carácter que yo poseo.
En estos últimos días, me he encontrado con este comentario con los pacientes que son portadores de Trastorno por Déficit de Atención, ya sean adultos o niños, donde piden expresamente que no se modifique su chispa, la generación desordenada de ideas y lo parlanchines y distraídos que son. Hay que mencionar que estas no son características de su personalidad, son síntomas de su padecimiento. En estos casos, lo primero que les pido es un voto de confianza y algo de paciencia, además de mucha comunicación conmigo para acompañarlos en el control de sus síntomas. Es maravilloso verlos como les cambia la cara cuando logran seguir una línea de pensamiento hasta concretarla en hechos, cuando dejan de procrastinar los eventos importantes de su vida y cuando pueden concentrarse en lo que ellos quieran… su vida se vuelve más fácil y efectiva.
Recibo constantemente comunicaciones en mis redes sociales para preguntarme si el manejo que les están dando para su problema es el adecuado, la respuesta correcta es que deben mantenerse cerca de su profesional de la salud mental que les recomendó el tratamiento y comentarles lo que sienten. Si esta comunicación es de ida y vuelta la evolución será la deseada.