A veces son personas, otras veces son experiencias, pero incluso una película o un buen libro pueden ser maestros de vida. Decía un viejo dicho, el maestro llega cuando el alumno está listo, y si tienes las orejas paradas y los ojos abiertos, todo puede ser tu maestro.
Recuerdo que dos de los primeros maestros que reconocí rápidamente fue primero, el haberme roto la rodilla ya que al estar en contacto conmigo mismo por tanto tiempo pude notar que con mis actividades diarias corría de muchas sensaciones y emociones que no sabía como vivir y después de varios meses de estar desacomodado llegó un Herman Hesse a ayudarme a arreglar todo con su libro Siddharta.
Conforme fueron pasando los años los maestros fueron dándome lecciones, es fácil agradecerle a tu exnovia por todo lo aprendido o a un amigo por todas esas anécdotas que contar, pero, ¿cómo agradecerle a la maestra que te hizo la vida imposible, la chica que jamás te hizo caso o las personas que abusaron de ti?
Poder responder esa pregunta me tomó varios años. Uno de mis primeros maestros desagradables que tuve y al que le pude agradecer, fue el estar deprimido, me ayudó a tener un contacto conmigo que jamás había tenido, con ella aprendí a estar conmigo y fue la puerta para dedicarme a lo que hoy me dedico y amo. Fue muy desagradable estar deprimido, pero hoy le puedo agradecer eso y varias cosas más.
Hoy puedo decir que todas las personas o experiencias que han pasado por mi vida, aunque duelen, las puedo ver como maestros o maestros desagradables, pero al final maestros. Tomar las enseñanzas que me dan. A veces el proceso toma años, puedo no estar listo para tocar algún dolor o simplemente no poder ver mi parte pero busco que todas esas experiencias logren convertirse en maestros para poder seguir paso a pasito sacando mi mejor versión.
El mejor ejemplo de vida que tengo para poder tomar las cosas desagradables como grandes maestros es mi tía Oti, es la única persona que conozco que no solo pudo recuperar su buen ánimo después de perder a una hija, sino que tomó la experiencia para poderse conectar con la vida y ser una persona aún más viva; el proceso fue muy doloroso y muy difícil, pero al final lo logró. Gracias a su ejemplo me entrego a la vida y tomo mis momentos oscuros como aprendizajes.
Me gustaría dejarte de tarea que te eches un clavado al baúl del recuerdo, que saques todas esas experiencias negras, deja que duelan, por que el dolor es parte de la vida, y trae consigo aprendizaje.
Amilcar Valdés