Dieta es la palabra que usamos cuando hacemos cambios en nuestra alimentación, la realidad es que dieta es todo lo que comemos en 24 horas, sea saludable o no. Además, estamos acostumbrados a pensar en dietas muy restrictivas y poco flexibles, esas donde tienes que llevar tu comida en un envase de plástico y que solo tienen dos alimentos: pechuga y lechuga.
Claro que estas dietas funcionan pero no te ayudan a crear hábitos a largo plazo ni a identificar las necesidades de tu cuerpo. La alimentación es parte de nuestra vida, no sólo es combustible, es seguridad, placer, compañía, festejo, apoyo, etc. Así que modificar lo que comemos implica un trabajo en todas las áreas de nuestra vida.
Te voy a dar algunas sugerencias para hacer de tu dieta un proceso que disfrutes:
1.- Empieza con cambios pequeños pero constantes. No trates de modificar completamente tu alimentación, mejor empieza con dos o tres cosas que puedas hacer diario. Por ejemplo: Tener fruta lavada todos los días, comer una taza de verdura, dejar listas las colaciones desde la noche anterior, no acostarte sin cenar, subir a tu oficina por escaleras, etc.
2.- Se realista. Quieres pesar lo mismo que cuando tenías 15 años? Te vas a levantar diario a las 5am para ir al gimnasio? Vas a llevar comida casera a la oficina toda la semana? Cuando el compromiso es difícil, lo más probable es que no lo cumplas y te sientas frustrado. Mejor busca objetivos realistas como bajar 10Kg en un año, ir tres veces a la semana al gimnasio y llevar comida casera dos veces por semana. Evalúa cada semana si cumpliste o no y porqué, asi podras ajustar tus expectativas y actividades de la siguiente semana.
3.- Espera situaciones fuera de control. Piensa en las veces que las cosas no salen como esperamos, cuando te enfermas y no puedes hacer ejercicio, el tráfico, los olvidos, etc. Trata de tener un plan B, si no llegaste al gimnasio en la mañana tal vez puedas ir al salir del trabajo o hacer una rutina de YouTube. Las vacaciones y comidas de trabajo también son situaciones fuera de control pero siempre hay algo que puedes hacer: llevar unos tenis a la vacación e ir al gimnasio o salir a trotar y en las comidas puedes ahorrarte el pan y el postre, por ejemplo.
3.- Busca un especialista que se adapte a tus necesidades. Hace algún tiempo tuve a un paciente que fue con el mejor nutriólogo para deportistas de alto rendimiento, salió con 5 frascos de polvos y vitaminas, comía muchísimo y estaba feliz pero ….. el no era atleta y adivinen que pasó? Subió la grasa corporal y ahora tiene hígado graso. Hay que acercarnos a profesionales flexibles que se adapten a cada uno de nosotros, que nos enseñen a tomar buenas decisiones sin cambiar nuestra vida.
4.- Piensa en el proceso, no en el resultado. Cuando comes bien y haces ejercicio te sientes excelente. Seguramente tu cuerpo estará mejor y tendrás menos sueño durante la tarde. Y quién se ha arrepentido después de levantarse a hacer ejercicio? Siempre que terminas sabes que el esfuerzo fue bien recompensado. También puedes llevar un diario del proceso, como te sientes, que comiste, cuánto pesas, etc. Goza cada una de estas cosas, así aprenderás la diferencia entre sentirte bien o mal y buscarás esa sensación de bienestar frecuentemente.
Les deseo una gran semana.