Este domingo salí en La Hora Nacional, por aquello del Día de la diversidad sexual; en realidad es un mes de celebraciones… como que este 18 de junio la “transexualidad” fue reconocida oficialmente por la OMS como una condición humana y ya no más como un trastorno mental.
Me emocioné mucho cuando me invitaron, porque para mí, eso habla de la apertura de nuestro país; al ser el programa oficial de nuestra nación y, por lo tanto, celebro la invitación a mí y/o a cualquier otro colega. Pero se agradece que haya sido yo 🙂
Algo que me llamó mucho la atención fueron los comentarios. Unos de sorpresa y agradecimiento, otros de felicitaciones y más dudas y preguntas… pero otros y esos son los que más llamaron mi atención. Les pongo dos ejemplos:
“Pregunta para la sexóloga:
¿Acaso usted viene de dos mujeres? ¿De dos hombres acaso? Viene de un hombre y una mujer, ¿verdad? Eso es respetar una sexualidad responsable y no las tonterías de hoy en día. Sólo defiende lo indefendible ante Dios”
“Hola miss Di Bari… Usted salió en la hora nacional hace rato, ¿verdad?… Se emocionó mucho con los gays… Regáleme 4 min para ponerla en su lugar… Con todo respeto”
Normalmente no contesto, pero en esta ocasión, me quiero tomar el tiempo. El tiempo para decir que me duele. Me duele que en una versión más “respetuosa” o más “agresiva/violenta” no nos respetemos como seres humanos. ¿Qué más da quién me gusta o qué me gusta hacer en la intimidad? Por qué te tendrías que ofender de lo que yo haga y/o deje de hacer con alguien, que dicho sea de paso ¡No eres tú!
Yo no soy gay, ni trans, ni poliamorosa, pero:
Por qué tendría que serlo para defender nuestro derecho a ser tratados como iguales. Es decir, como seres humanos.
Tengo gente muy cercana (amigos, familiares, pacientes) que han sido discriminados y me duele, porque se lo extraordinarios seres humanos que son.
No estoy beatificando a nadie… hay de todo. Gente linda y que gente no tal linda, igual que en el mundo que llamamos “normal”. En fin, mi intención no es herir ni ofender a nadie, todo lo contrario. Mi sueño es un mundo donde lo importante sea quién soy, más allá de quién me guste y qué me guste hacer; más allá de mi condición biológica (hembra o macho); más allá de nuestras similitudes -que se agradecen-.
Ojalá algún día nos demos cuenta que en la diferencia está la riqueza, que la diversidad nos permite evolucionar, crecer y aprender.