Para nada quiero caer en el cliché de los decretos o de sonreír todo el tiempo y parecer una imagen irreal de un monje “Hare Krishna” que pasea por la calle repartiendo flores a los transeúntes. Pero, bien utilizado, como una herramienta más de la psicología positiva, el optimismo puede representar una efectiva manera de enfrentar los problemas que nos pone en la cara el mundo y los eventos desafortunados.
Una actitud de confianza en que todo tiene algún tipo de solución, de que si, respiramos, evaluamos y repensamos los elementos del problema podremos alcanzar una salida del panorama oscuro. Este hábito de pensamiento progresivamente nos va entrenando en emplear una metodología para escapar de las encrucijadas, pero también nos capacita en algo que no nos enseñan en las escuelas, y que es el pensamiento fuera de la caja, o poco tradicional. Saber que, en ocasiones, la respuesta no es encarar de frente los problemas, sino movernos lateralmente en el escenario de la vida para encontrar caminos impensados de primera instancia.
El punto mágico lo mencionamos en el párrafo anterior… entrenamiento. No es algo que se compre en la farmacia, cada vez que lo apliquemos, cada éxito en una dificultad, cada momento de madurez, nos irá haciendo crecer en la confianza de que no hay tragedia de la cual no podamos encontrar la forma de resolverla.
Paciencia y a practicar, que estos momento difíciles son en realidad oportunidades de crecimiento en estos pendientes de la vida.
Dr. Edilberto Peña de León