Desde hace ya varios años se ha equiparado el mes de noviembre para la salud masculino con lo que ya ocurre y es tradición en concientización de la salud femenina durante el mes de octubre de cada año. Es por esto que se hizo la combinación del mes de noviembre en inglés, cambiando el inicio de la palabra con M de “Moustache” que es la traducción de bigote al inglés, promoviendo que en lugar de un lazo rosa como en la salud de las mujeres, aquí la forma de recordar y anunciarle a los demás que uno está sensibilizado al tema es dejándose crecer el bigote durante el mes de noviembre.
En esta ocasión, no sólo se hace para activar el pensamiento en cuanto al cáncer testicular y de próstata, sino a la depresión masculina. Asunto, al que por demás estamos muy poco sensibilizados. Las cifras de estados depresivos en el hombre, en efecto son cuatro veces menor en comparación con el género femenino, se intentan suicidar cuatro veces menes, pero cuando lo intenta un hombre lo consigue cuatro veces más que las mujeres por el uso de métodos más letales en su proceso. Siempre se ha tenido el debate de que estos datos de prevalencia están subestimados, a los varones culturalmente se les promueve el comunicar menos sus sentimientos y emociones, con la consecuente devaluación de las enfermedades de la esfera afectiva y menores acciones de diagnóstico y tratamiento. De hecho les dejo un término de tarea, que es la depresión asociada a la andropausia, como el descenso progresivo en los niveles de testosterona en los varones mayores de 45-50 años incrementa los datos de detección de depresión, incluso con buenas pruebas de que la sustitución hormonal genera mejoría afectivas.
Hay que meter el meta de la depresión en el hombre en la conversación cotidiana, es una obligación, del mismo calibre que ir a revisión de próstata o hacerse la autoexploración testicular.