El ejercicio de introspección es violento, ya que es el momento en el que comprendes que todo lo que eres, fuiste y serás es completamente tu responsabilidad. No hay Dios ni destino, sólo tú y tus creencias.
Qué es introspección
Si nos ponemos muy estrictos y comenzamos etimológicamente, viene de la palabra introspicere que significa «mirar en el interior», por lo que podemos entender a la introspección como la capacidad reflexiva para ser consciente de quiénes somos, por qué pensamos como pensamos y actuamos como actuamos, analizando nuestros propios sentimientos y pensamientos de manera estructurada.
El propósito de la introspección
No se trata de descubrir toda la mentalidad a través del autoanálisis, sino de generar conocimiento, juicios y creencias sobre eventos y procesos mentales que nos rigen.
Tipos de introspección según la psicología
Autorreflexión:
Es la forma positiva de introspección en la que analizamos nuestro pensamientos y acciones pasadas atribuyéndoles un significado e importancia donde aceptamos y aprendemos de nuestros errores, aumentando así nuestra consciencia.
Autorumiación:
Es la forma negativa de introspección en la que sólo nos centramos en nuestros pensamientos y acciones pasadas, generando así una obsesión con nuestros defectos y mermando nuestra autoestima.
Cómo practicar la introspección
La introspección es un proceso complejo que requiere de constancia y paciencia; entrenamiento.
Se trata del propio individuo observándose a sí mismo por lo que en algunas ocaciones dará la sensación de un desdoblamiento, ya que nos tomamos a nosotros mismo como sujeto de análisis y al mismo tiempo hacemos el rol de observador o investigador.
Se debe de contar con herramientas como una actitud positiva, aceptación, compasión y sinceridad, pero sobre todo con un criterio muy amplio que nos permita ver las múltiples formas que tenemos de autoengañarnos.
Una vez identificados estos puntos es importante por comenzar prestar atención, de escucharse. Tomar un momento para comprender por qué decimos lo que decimos y por qué sentimos lo que sentimos. Examinar nuestro interior.
Entre más practicamos eso, con mayor facilidad podemos ir a un estado de reflexión profunda en el que podemos descubrir más sobre nuestras creencias y las limitaciones de las mismas.
Con el tiempo será más fácil dirigir nuestra atención a nosotros mismos, hacia nuestro ser y nuestra esencia, esto sin importar dónde nos encontremos o qué estemos haciendo.
Mi experiencia con la introspección
En mí, la introspección siempre fue algo nato. Desde pequeño me recuerdo observándome: lo que decía, el tono en el que lo hacía y por qué lo decía, pero durante la adolescencia ese hábito pareció alejarse un poco de esa parte superficial de mi comportamiento.
Durante mi adolescencia estaba perdidamente enamorado de una chica. Recuerdo que era difícil pensar con claridad y este ejercicio de la introspección tan natural en mí se había visto afectado por los químicos del amor. Ya saben, no hacía cosas que yo quería del todo, sino que las hacía para satisfacerla a ella.
En una ocasión llegó llorando y me dijo que habían intentado abusar sexualmente de ella. La sangre me hirvió.
Me dijo que venía de regreso de la escuela cuando unos chicos que conocía, y con los que había platicado un par de veces, se la encontraron de frente. Al principio parecía una plática normal con preguntas como «¿qué andas haciendo?» «¿cómo has estado?», pero pronto se tornaron en algo más violento. Uno de ellos comenzó con «he visto cómo me miras» «sé que te gusto». Antes de que pudiera huir de ellos la acorralaron, le soplaron el humo del cigarro en la cara y la manosearon…
No recuerdo cómo terminaba su historia. Exploté.
Le hablé a unos amigos para que fuéramos a golpear a esos desgraciados y ella con gusto accedió. Nos llevó a donde se juntaban y cuando llegamos hicimos un destrozo a lo grande.
Recuerdo que sólo eran unos chiquillos, pero al final ella se veía satisfecha al verlos sometidos por nuestro séquito. No conforme con la humillación nos dijo que también los robáramos. En ese punto recobré algo de lo que esencialmente era. No me sentía cómodo con eso, pero tampoco hice nada para impedir que mis amigos les quitaran sus cosas.
Al final los vimos huir sin pertenencias de valor, sin zapatos y sin dignidad.
Esa noche, mientras meditaba en lo que habíamos hecho y en cómo arrastré a mis amigos hasta ese punto, comprendí que estaba dejando de ser yo. Me estaba convirtiendo en una versión de mí que no me gustaba y me pesaría el resto de mi vida si permitía que esa transformación siguiera adelante.
Me gustaría decir que fue un despertar casi mágico, pero tardé meses de más experiencias similares a esa, en la que ella disfrutaba de verme perder mis preciados valores por adorarla.
Cuando terminamos fue porque me enteré de que no creía en mí ni en mis sueños.
Tiempo después me enteré que comenzó a andar con el mismo chico que supuestamente la acosó cuando andaba conmigo. En ese momento supe la importancia de la introspección y de actuar con base en lo que llevamos dentro y no en lo que las personas quieren de nosotros.
“Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta”
– Carl Gustav Jung
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