Estamos ya muy habituados a hablar de infecciones con inflamación en la mayoría de los órganos visibles del cuerpo humano, para nadie es extraño escuchar amigdalitis, otitis, rinitis, colitis, incluso dermatitis. Pero que pasa en un sitio relativamente oculto por el cráneo, y donde sus funciones son tan diversas y variadas que es realmente imposible discriminar de forma inequívoca y diferenciada que ciertos grupos de síntomas correlacionan sin duda alguna a la presencia de la inflamación y probable infección del sistema nervioso central: hablamos de encefalitis o meningitis.
Cuando nos referimos al encéfalo, a la masa de cisuras cerebrales, estamos girando alrededor del cerebro y cuando el acento se coloca en las estructuras que le dan protección, sostén y nutrición a las células cerebrales, o sea a las meninges, el involucro se dirige a una meningitis; cuando son ambas, cosa nada rara, se acuña el término: meningoencefalitis.
No siempre las causas de estas “itis” son forzosamente infecciosas, este término, de forma estricta se refiere a inflamación, no siempre infección. A pesar de que existen causas de encefalitis y meningitis, de tipo reumatológico, autoinmune o traumáticas, por mencionar algunas, las más comunes si tienen que ver con la invasión de patógenos a una zona virgen y aséptica como lo es el sistema nervioso central. En las variedades infecciosas encontramos las virales, bacterianas e incluso, las micóticas, con referencia a hongos.
La forma mas habitual de identificarlas son la presencia de fiebre, alteraciones de la conciencia y la orientación, confusiones de alerta, mala atención y concentración, rigidez de cuello y espalda alta y hasta crisis convulsivas. Se trata de una emergencia que requiere manejo en el área de urgencias y de expertos en neurología para realizar de forma correcta el diagnóstico y proporcionar el mejor tipo de manejo de acuerdo a la causa y obtener una solución rápida, efectiva y sin secuelas.