El concepto tic es actualmente de manejo general y es conveniente definirlo de forma adecuada para saber a lo que nos referimos. Los tics son movimientos involuntarios musculares y repetitivos. Pueden ser de grandes o de pequeños grupos musculares, generalmente los más visibles son los de la cara. El inicio usual es en la infancia y en la adolescencia y es motivo frecuente de consulta al pediatra, neurólogo o psiquiatra infantil. Existe una relación prácticamente indivisible entre la ansiedad y los tics, si no como factor causal, si como acompañante de mal pronóstico, donde presentar angustia hace que se complique más la frecuencia e intensidad de estos movimientos. Por tanto, el manejo más frecuente de este padecimiento representa el control de factores estresantes alrededor de la vida del infante, así como terapia de juego y esclarecedora para él y sus padres, con buenos resultados.
Es pertinente comentar acerca de una patología en particular que es el Síndrome de Gilles de la Tourette. Este involucra la presencia de tics motores (ya descritos) y de tics vocales (igualmente involuntarios pero repitiendo palabras sin control). Lo descrito en el síndrome original son los tics vocales de repetición de malas palabras y groserías. Siendo así, se trata de una enfermedad muy llamativa, y aunque rara (una de cada 100 personas incluyendo las manifestaciones leves). Se trata de la enfermedad de tics por excelencia y que necesita de un manejo mucho más completo.
Habiendo explicado lo anterior, hay que recalcar que la presencia de tics manda acudir a una consulta de evaluación del infante, realizar un correcto diagnóstico, y ofrecer el manejo necesario, desde las terapias que ya se comentaron previamente, hasta opciones farmacológicas que tienen muy buen margen de respuesta. Hay que evitar regañar a nuestros niños y reclamarles que ellos pueden controlar estos movimientos, es una enfermedad.