«El viaje largo comienza con un paso»
La mayoría de las ocasiones en las que se da un desacuerdo en la energía de una persona es cuando suficiente cantidad de miedo se alojó en su ser y le impidió seguir adelante.
El miedo es un paralizador que evita de manera natural que las cosas sigan su curso y de esa manera se genera una barrera que controla el libre albedrío y entonces lleva a toda persona a esconderse, es decir, es más fácil tener miedo que enfrentarlo. Eventualmente se piensa que aquello a lo que se le tiene miedo, si se le hace a un lado o evita, entonces todo estará bien; sin embargo, tener miedo implica no salir de donde estás y darte cuenta de lo que tienes que hacer. Ese no es el problema, pero para algunas personas el salir y vencer el miedo es dejar su zona de confort, es usar lo que se tiene para seguir adelante. Es cierto también que algunas personas prefieren preguntar qué tienen que hacer para responsabilizar a otro sobre su elección o decisión porque al final de cuentas no quieren madurar y, al culpar a otra persona, sienten menos responsabilidad y entonces pueden seguir chantajeando a otros y tirarse al piso para que los levanten, con sentencias como: ¡pobrecito de mí!, ¡todo me sale fatal!, ¡nada me resulta!, ¡todo es muy difícil!, ¡las personas me ponen siempre el pie!, ¡nadie me comprende!, y así sucesivamente, infinidad de pretextos para no dar el paso y resolver por sí mismos aquello que les atañe.
El miedo obstaculiza, tiene la particularidad de poder crear historias fantásticas en la mente de las personas, por ejemplo, si me quejo de los vecinos con la dueña del edificio seguramente me van a tratar mal, si lucho por mis derechos todos me van a criticar, si alzo la voz me van a excluir, si no ayudo a los demás nadie me va a querer, si pongo límites me voy a quedar solo. Estas sentencias deterioran la personalidad del individuo, y aunque saben que eso es un engaño de su mente, no se atreven a dar el paso que los cruce al puente de la confrontación de su miedo y les solucione el problema que la mayoría de las veces es más imaginario que real.
Aprende a encontrar el beneficio en aquello que crees imposible y, más allá de verlo lejos de tu alcance, date la oportunidad de identificar cuan posible es el cambio y como a partir de él puedes generar una identidad propia sin estar a expensas de otros, de dejar de vivir de la importancia de las opiniones ajenas, pues es lo mismo tener miedo a ser feliz, que tener miedo a las alturas, ya que hay momentos en los que esto actúa en tu ser y no te permite seguir adelante. La única forma de dejar atrás un miedo es confrontándolo, dándole la cara y siendo respetuoso contigo mismo, dejando de sentir esa ansiedad que provoca el miedo, esa incapacidad de encontrar la salida.
Es obvio que hay muchos tipos de miedos y cada una tiene su raíz, así que la próxima semana tendremos una segunda entrega.