¿Alguna vez les ha pasado que mientras más quieren algo, más sienten que se les escapa de las manos o de plano, logran el efecto contrario?
Por ejemplo, es común que cuando nuestra pareja nos rechaza sexualmente, sobretodo si somos mujeres y no estamos acostumbradas al rechazo, porque los hombres SIEMPRE quieren ¿no? –creencia limitante no. 72 acerca de la sexualidad masculina- nos pongamos más posesivas y los busquemos más. Esto crea un efecto del terror porque aquel sólo nos rechaza más y más; no es personal, la mayoría de las veces ni ellos entienden qué les pasa, simplemente su líbido se va al suelo y sus respuestas en consulta son: “Me encanta, la quiero, la deseo, pero no tengo ganas de nada. Me siento mal, porque ella me busca, pero yo nada que respondo”.
La lógica cotidiana –que no siempre es la mejor- es la que nos lleva a hacer esto, pero NO funciona, generamos el efecto contrario. Es decir, mientras más me rehúye –menos atractiva me siento-, más intento buscarlo y dejarle claro lo que necesito y nuestra pareja, menos quiere, más corre de nosotras” y así ad infinitum.
Entonces ¿qué hacer? Fácil. Las mujeres que respondemos de esta manera, generalmente nos crecemos ante la “adversidad” por eso buscamos y buscamos, en un afán de querer controlar la situación y retomar el equilibrio –que en algún momento puede haber estado presente-. El problema es que el juego deja de funcionar, porque es más desde la desesperación que desde el placer y el goce y eso, no me pregunten por qué ni cómo, pero se siente y complica la relación.
Se trata de retomar el juego de presa-cazador… son roles complementarios, se necesitan el uno al otro y además se intercambian, si se rigidiza, pierde el chiste. Es decir, por poner un ejemplo, cuando llega una pareja con este problema, algo que funciona es que la persona que “perdió” el deseo ponga en aprietos al que siempre lo/la busca.
Tu conoces a tu pareja, sabes qué le gusta o le asusta. Entonces, por ejemplo, la vas a buscar –sexualmente hablando- en algún momento y/o lugar donde sabes que NO se va a dejar, que –de hecho- se va a poner nervioso(a). Tal vez, no es muy de mostrar el afecto en público, entonces llegas y le agarras las nalgas –pero, en serio- y quizá le dices algo al oído. Se va a sacar de onda, se va a prender, pero no te va a tomar la palabra. La cosa es que ese evento, la/lo hace sentirse atractiva(o) para ti –otra vez- y eso baja la ansiedad de estarte buscando y para quién no siente tanto deseo, es un lugar “seguro” porque aunque cumple el efecto, no te lleva –forzosamente- a tener el encuentro en ese preciso momento.
Se trata de que la presa, juegue a ser el cazador y viceversa. Ambos roles tienen su encanto e idealmente, vamos de uno a otro. Ser cazador(a) es todo un arte y nos enfrenta a una serie de retos internos, pero ser presa ¡también! Necesito ser una presa atractiva, sino no hace sentido que me quieran “cazar”, mi depredador se aburre ¿Me explico?
Ponlo el jugo en práctica y cuéntame qué tal te va, me interesa saber tu experiencia ¡Me encanta escuchar de ti! Te recuerdo: esta es sólo una forma más de vivir y experimentar tu sexualidad. No todas las personas que tienen algún episodio de bajón de pila o deseo sexual es por esto, pero sí muchas. Date chance de preguntarte qué tanto estás más en un rol que en el otro y qué tan bueno(a) eres para cada uno ¡Disfruta de la experiencia!