Tomando como pretexto que un día como mañana (7 de febrero) pero de 1812 nació el escritor británico Charles Dickens, me gustaría compartirte una frase de él que me gusta mucho.
«El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.»
No sé a ti qué te evoca esta frase, pero a mí me pone chinita la piel y mi imaginación se echa a volar sin límites… A ti ¿qué te hace vibrar?
Puede parecer una estupidez, pero si dejamos que la pregunta entre y le damos un espacio en nosotros, quizás aparezcan respuestas interesantes.
Muchos de mis pacientes llegan a consulta porque les cuesta trabajo disfrutar de su sexualidad… a unos más y a otros menos, pero al final, una dificultad para entregarse al disfrute, soltarse, perder el control y dejarse ir.
Algo interesante, al menos para mí, es que –invariablemente- cuando empiezo a indagar acerca de sus vidas, el tema no es estrictamente sexual… sólo ahí se vuelve muy evidente.
Es decir… ¿qué tanto disfrutas la vida? Cuando comes ¿Te detienes a saborear la comida que te metes a la boca o simplemente masticas y tragas, sin darte cuenta de lo que estás haciendo? Cuando sales de viaje ¿logras desconectarte y gozar el momento o estás en el teléfono o en tu cabeza pensando en todo menos en lo que está sucediendo? En tu trabajo ¿te gusta o lo haces porque “tienes que”? Y así, me puedo seguir con un largo etcétera de momentos y lugares, en nuestro día a día, que no disfrutamos o que nos cuesta mucho trabajo hacerlo.
La sexualidad, es una energía de goce, de placer, de conexión, de vida. Es algo, en el ideal de los casos, disfrutable. Es una pulsión que nos mueve, nos pica y a veces, incluso nos incomoda.
Si empezar directamente con el disfrute sexual, es muy confrontativo o duro para ti, empieza por otro lado. Permítete disfrutar un poco más la vida, date chance de gozar un poquito más tu día a día.
Mi recomendación esta semana, que de todo corazón, espero te des la oportunidad de llevar a cabo, es: todos los días permítete un hacer algo placentero, aunque sea chiquito. No tiene que ser una gran cosa… tal vez, ponerte una camisa o una blusa que te encanta cómo se siente cuando roza con tu piel, comerte tu helado favorito –que nunca te das chance de comer- ó salirte más temprano del trabajo y caminar y disfrutar del aire fresco. Todos los días, permítete algo distinto, prueba diferentes placeres y luego me cuentas qué tal te va!
Alessia Di Bari