Es ya un lugar común despertar un día, sentirse mal… ¿Cómo mal? … medio triste, poner mala cara al mundo y comunicar a nuestros vecinos o en redes sociales que nos sentimos deprimidos. Es súper importante dejar en clara una diferencia. La tristeza es un estado de ánimo, que se ubica dentro de las emociones básicas del ser humano junto con: sorpresa, asco, ira, alegría y miedo.
Sentirse triste y decir que estamos deprimidos sería más o menos lo mismo que sentir miedo y decir que padecemos de ataques de pánico, o sentir ira y decir que sufrimos de un trastorno de control de los impulsos. Una cosa es el sentimiento y otra muy diferente padecer de una enfermedad, donde probablemente la emoción sea una parte fundamental del diagnóstico.
Por lo tanto, conviene que analicemos el tema de forma bidireccional. Es normal que nos sintamos tristes un día con motivo o sin motivo, incluso una racha de días malos, pero el primer criterio para pensar en una depresión es el sentirse triste la mayor parte del día de la mayor parte de los días de cuando menos dos semanas. El segundo modo de analizar el tema, es dejar en claro, que no sólo la tristeza sirve para diagnosticar depresión, existen otros ocho síntomas, dentro de los cuales tenemos: la falta de sentir placer en lo que antes me lo producía, alteraciones en el sueño, en el peso, en el apetito, en la energía, en los procesos de pensamiento o incluso las ideas de muerte y suicidas. Incluso, en algunas ocasiones, como en las depresiones atípicas, el síntoma cardinal es la irritabilidad.
Habiendo explicado esto, un buen ejercicio es comenzar la buena costumbre de nombrar a las emociones por el nombre específico que tienen y dejar de simplemente decir: “Me siento mal”. Identificar bien la emoción es el primer paso para poder saber que hacer para sentirnos mejor.
Dr. Edilberto Peña de León