Ahora comenzando junio es que se termina oficialmente la Jornada de Sana Distancia en el país con lo cual se convierte en facultad de los gobiernos estatales ordenar la severidad de las medidas sanitarias para la población de acuerdo a su situación en el semáforo epidemiológico de cada estado.
Después del miedo, la ansiedad y el estrés incrementado de habernos sometido a un cambio drástico en nuestras rutinas durante el confinamiento, el aburrimiento del paso de los días, la incertidumbre de cómo iban a pasar las cosas, ahora va llegando el momento en el que tenemos que asumir nuevas reglas de funcionamiento en el mundo y reactivarnos de forma progresiva en nuestras actividades. Este proceso, que hemos descrito, contradictoriamente, puede generarnos las mismas emociones que nos causo el confinamiento: miedo, ansiedad, incertidumbre, frustración, apatía, desgano y en algunos casos, parálisis ante los eventos.
A este fenómeno se le ha llamado “síndrome de la cabaña”, recordando los síntomas que se presentaban en las personas de países gélidos, que se pasan 3-4 meses de temporadas de encierro máximo en los inviernos, y que al llegar la primavera se sienten extraños al comenzar a salir de sus casas. La gran pregunta ahora es, ¿Qué se tiene que hacer si me siento así?
Lo incorrecto es descalificar mis emociones. Están ahí porque me avisan que detecto un peligro enfrente de mí. Hay que reconocerlas y saber que están bien. El segundo error es tratar de superarlas de un solo golpe, seguro me voy a sentir más desconfiado y daré dos pasos para atrás en lugar de avanzar. Entendido lo anterior, hay que respirar, tranquilizarnos y tomarnos un tiempo para diseñar una estrategia pausada y progresiva, que me vaya haciendo recuperar la confianza en hacer las cosas. Ojo: siempre con la basa fija de respetar las reglas de las autoridades y las recomendaciones de autocuidado sobre contagio del virus.
Dr. Edilberto Peña de León