La medicina está llena de epónimos, que es cuando a una enfermedad se le llama con el nombre de su descubridor, de alguna persona significativa o de alguien fue afectado por la misma. Por convención internacional, desde hace algunos años ya se tratan de evitar, pero en casos como del que vamos a hablar, la tradición médica ya hace que se continúe usando este nombre.
El síndrome de Tourette se trata de una enfermedad de tics que se detecta desde la infancia de las personas, y que fue descrito por primera vez por el neurólogo francés George Guilles de la Tourette en 1885. A continuación, voy a enumerar las características de esta patología:
- Se presenta con tics, que son movimientos involuntarios de músculos de la cara o del cuerpo. Pueden ser tics simples (de un solo músculo), o complejos (de un grupo de músculos). Se presentan todo el tiempo, pero usualmente se incrementan cuando el paciente se encuentra excitado o nervioso.
- Así mismo, se acompaña de tics vocales, donde se repiten movimientos de las cuerdas vocales, como aclarar la garganta o un ruido, y hasta palabras o frases completas. Una variación del mismo es la coprolalia, donde el paciente repite persistentemente una palabra o frase considerada grosería sin poder controlarla.
- Se inicia alrededor de los 7 años de edad, con predominancia en el género masculino de hasta 3 a 1. No hay cifras en México, pero en Estados Unidos se calcula que hay cerca de 200,000 personas afectadas. Se le considera una patología crónica, con un punto máximo de afección en la infancia y que va mejorando progresivamente durante la adolescencia y la edad adulta.
- Se produce debido a una alteración en la neurobiología entre la zona que controla los movimientos finos (ganglios basales) y la corteza cerebral de los lóbulos frontales (el área más desarrollada de nuestro cerebro).
- En estos sitios hay un desbalance dopaminérgico que es el causante de los síntomas. Por lo tanto, el manejo más efectivo es por medio de ciertas familias de antipsicóticos conocidos por su capacidad bloqueadora de dopamina en los lugares que ya mencionamos.
Que estas explicaciones sirvan para una mejor comprensión de los pacientes afectados por los síndromes de tics, que evidentemente no pueden controlarlos por medio de su voluntad y que requieren del adecuado manejo para poder manejar su patología y tener una buena calidad de vida.
Dr. Edilberto Peña de León