Con motivo de que en lo que va de este año se han vuelto mediáticos cuando menos cuatro eventos de suicidio en médicos en México, es que dedico esta participación a hablar del tema.
Desde el entrenamiento en la universidad y los hospitales se conjuntan varios elementos que se convierten en grandes obstáculos de los “doctores por ser”: gran carga de aprendizaje teórico, horarios largos incluidas las famosas guardias, alteración en rutinas de alimentación, sueño y actividad física, demandas constantes de atención insuficiente de parte de jefes, pares y pacientes, y hasta, la confrontación constante con la pérdida de la salud y de la vida. A estos aspectos hay que sumarles, la incertidumbre profesional y laboral, derivada de las condiciones económicas cada vez más complicadas y la competencia voraz de lugares y plazas de trabajo.
Es por esto que desde la carrera de medicina se detectan incrementos de hasta 15% en las tasas de suicidios contra las registradas en población general. Y ya ser médicos titulados, se suicidan 28 a 40 de cada 100,000 en Estados Unidos, cuando la tasa del resto de los americanos es de 12 por cada 100,000 habitantes.
Se han comenzado a tomar medidas preventivas para esta situación, como lo son evaluaciones psicológicas frecuentes, apoyo para la detección temprana, espaciamiento de las guardias y las cargas laborales, reconocimiento de riesgos específicos de trabajo de acuerdo a las diferentes especialidades y algunas campañas de concientización.
Así que, la siguiente vez que necesites atención médica, piensa que es un ser humano normal, con un trabajo diferente, y que este le confiere cierta fragilidad que hay que tomar en cuenta en situaciones especialmente estresantes.