Creo que es más que obvio como nos proporcionan sonrisas y alegrías el ver a nuestra mascota mover la cola o tener ese brillo especial en los ojos cuando nos ven llegar a casa. Pero, ¿Ese poder es tan intenso como para poder cambiar la salud mental de las personas?
Las evidencias son contundentes a favor. Acariciar a nuestra mascota hace que nos disminuya la frecuencia cardíaca, la presión arterial y que presentemos relajación muscular en todas aquellos pacientes que presentan trastornos de ansiedad. Nos obligan a respetar rutinas de vida saludable. Tenemos que levantarnos a pasearlos, arreglar su comida y ayudarlos a que tengan actividad física, momentos muy relevantes para sacar de la cama a todo aquel que ha sufrido de depresión. Nos proporcionan un reconocimiento más allá de los datos lógicos y racionales, hacen que las personas que sufren de demencias y problemas de memoria, sepan que se encuentran seguros, tranquilo y en casa, ya que, aunque olviden el nombre, ven a alguien que los reconoce y que se comporta de manera familiar junto a ellos.
Son tan relevantes, que incluso podemos ver los datos a la inversa. Cuando sufrimos la pérdida de la salud o la vida de nuestro animal de compañía, no son nada extraños los cuadros depresivos derivados de duelos intensos ante la ausencia de alguien tan cercano a nuestro corazón.
Así es que una vea más la ciencia nos proporciona la comprobación estadística de algo que ya conocíamos por medio de la evidencia. Las mascotas nos tranquilizan el estrés, nos mejoran el estado de ánimo y nos dan sentido de pertenencia.