Tener migraña no es sinónimo de tener un dolor de cabeza frecuente y muy intenso. Esa es la creencia generalizada que encuentro en mis pacientes. La cefalea migrañosa (nombre médico completo con apellidos) es un dolor de cabeza por una reactividad exagerada de los vasos sanguíneos cerebrales. Característicamente se trata de un dolor en la mitad de la cabeza y la cara (no tiene que ser siempre la misma), que se siente punzante, con una intensidad diferente a los otros dolores de cabeza que pueda uno haber tenido antes. Se puede acompañar de un fenómeno llamado “Aura” que es la presencia de un síntoma físico o psicológico que viene justamente antes del inicio del dolor. Así mismo, ya instalada la fase dolorosa podemos tener náuseas, mareos, vómitos, y la presencia de una sensibilidad incrementada a la luz y el ruido. Como pueden ver todo este complejo de síntomas es tan variado y difícil que complica la funcionalidad normal de un individuo, o sea, ni hablemos de ir a trabajar o a la escuela, hacer un deporte o aguantar a la esposa gritándole a los niños en la casa. Las personas que sufren de migraña terminan encerradas en su cuarto con todas las luces apagadas y pidiéndole por favor al mundo que no le hagan ruido, luchando por dormirse y poder olvidarse del dolor lo más rápido posible.
Con todo esto es de esperarse que los pacientes comiencen a tomar analgésicos iniciando por los más comunes que todos tenemos en casa para la fiebre y el dolor de las infecciones, y como seguramente serán ineficaces, recurrir a los parientes y conocidos y tomar de uno en uno, en ensayo y error, diferentes tipos de medicamentos sin éxito y seguramente causando efectos adversos que empeorarán el cuadro. En la migraña no funcionan los analgésicos tradicionales ya que el dolor procede de los vasos sanguíneos, no de un evento inflamatorio como la mayoría de los dolores.
Aquí es conveniente derrumbar un mito popular… las circunvoluciones cerebrales, mejor conocidas como “sesos”, no duelen porque no poseen terminaciones nerviosas dolorosas. En la cabeza pueden producir dolor, los ya mencionados vasos sanguíneos cerebrales, las capas que protegen al cerebro, el hueso del cráneo y la piel del cuero cabelludo.
Finalmente, el tratamiento consiste en tres apartados:
1) Evitar los factores disparadores: estos pueden ser alimentos y bebidas (vino tinto, fresas, chocolates, embutidos, nueces, conservadores, etc), ciertos hábitos (insomnio, y cambios bruscos de temperatura corporal), etapas de la vida (período premenstrual) e incluso el estrés y la ansiedad.
2) Tratamiento abortivo del episodio agudo de migraña: cuando se presenta el ya comentado “Aura” o el inicio del evento de dolor es cuando tenemos que usar medicamentos específicos que sirven para controlar la disfunción de los vasos sanguíneos cerebrales como los de la familia de los ergotamínicos o de los triptanos.
3) Tratamiento preventivo de la migraña: cuando se presentan mis eventos de dolor de cabeza con mucha frecuencia e intensidad y estás afectan mi calidad de vida es el momento de dejar de estar utilizando medicamentos para apagar cada dolor que se presenta, si no hacer algo para que no me lleguen los episodios de migraña. Estos preventivos no quitan el dolor en el momento agudo. Principalmente se usan anticonvulsivos o betabloqueadores.
Con esta información básica busco dos consecuencias:
Saber que no todos los dolores de cabeza intensos son migrañas, saberlas distinguir y que hay diferentes formas de manejarlas.
La importancia de evaluarme y tratarme para mantener un estilo de vida saludable.
Saludos.