Una observación que se tenía constante dentro del conocimiento neuropsiquiatrico era el hecho de que si una persona era portadora de un padecimiento de la esfera de la salud mental (llámese desde una enfermedad incapacitante del tipo de la esquizofrenia o algunos tipos de trastorno bipolar, hasta otras más comunes como la depresión mayor o los trastornos de ansiedad), aumentaba el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. El mecanismo por el que era propuesto este fenómeno era que cuando tenías uno de estos padecimientos de manera prolongada y sin el tratamiento necesario las neuronas sufrían demasiado y comenzaban a perderse en zonas estratégicas para el mantenimiento de una correcta salud en el sistema nervioso central. Para el caso en específico de la Enfermedad de Alzheimer, se contaban con evidencias en estudios en animales donde se observaba que enfermedades crónicas en el sistema nervioso central producían que se murieran neuronas en la zona del hipocampo, que es la misma donde se perdían en el caso de la famosa enfermedad demencial. Por estas observaciones es que se tenía por cierto que un factor predisponente era no irse a tratar las patologías de la esfera de la salud mental.
Esta semana leí un estudio que me puso a dudar de este conocimiento. En la Revista Europea de Psiquiatría se publicó un artículo del Dr. Tapiainen de la Universidad del Este de Finlandia que no tienen precedentes en cuanto al diseño de la metodología y al número de sujetos incluidos en la estadística de esta investigación. En un seguimiento de 27,948 historiales clínicos desde 1972 hasta 2005 se revisaron los antecedentes de los que con el tiempo presentaron enfermedad de Alzheimer y los que no la presentaron. Los sujetos que tuvieron Enfermedad de Alzheimer fueron 1932 y en el grupo de los que no la tuvieron y se parearon por edad y género fueron 1748. Los que tuvieron el antecedente de presentar alguna enfermedad mental fueran 6.9% de los que tuvieron Enfermedad de Alzheimer y 6.4% de los que no la presentaron. Estas cifras no marcaron ninguna tendencia estadística significativa para encontrar una diferencia que fuera relevante. Este es un claro ejemplo de cómo se hace ciencia en medicina. Vemos observaciones en nuestro trabajo clínico cotidiano, se hacen estudios de ciencia básica en poblaciones donde se puede observar directamente sus cerebros (ratones y primates) y después se intentan extrapolar los hallazgos a estudios diseñados para seres humanos.
Así fue como esta semana me demostraron que algo que tenía yo por cierto en mis observaciones y el trabajo con mis pacientes, no está demostrado por la ciencia médica y hay que voltear a ver para otro lado para buscar los factores de riesgo que hacen más fácil que una persona presente enfermedades neurodegenerativas como la Demencia de Alzheimer.