Cuando escuchamos el tema de los trastornos de la conducta alimentaria,
automáticamente nos llegan a la mente las palabras anorexia y bulimia. A continuación, voy a compartir puntos relevantes a tomar en cuenta al respecto:
1) La anorexia no se trata solo de restricción en el consumo de alimentos. El foco es la alteración fundamental en la imagen corporal que tienen los pacientes portadores de la misma. De ese problema es que se desprenden las conductas compensatorias como la ya mencionada restricción calórica, vómitos, laxantes, diuréticos y ejercicios compulsivo.
2) La bulimia tiene como núcleo esencial la generación de culpa posterior a la ingesta de alimentos, formando un círculo vicioso, donde esta culpa genera una de las ya mencionadas conductas compensatorias, que aumentan la ansiedad de las personas, incrementando su consumo de carbohidratos para calmarla, y volver a empezar.
3) Tenemos al trastorno por atracones, donde el paciente es incapaz de controlar sus momentos de comer, teniendo momentos de consumo de alimentos
absolutamente descontrolados y que se repiten de manera compulsiva.
4) Existen múltiples personas que, sin reunir los requisitos para alguno de estos
padecimientos, no tienen una relación sana de su mente y cuerpo con la comida,
presentan una vivencia angustiante al respecto de su nutrición y conductas
compensatorias ineficaces e incluso dañinas para la salud. A ellos se les clasifica
dentro del rubro de trastornos de la conducta alimentaria no especificados.
5) Aunque no se les haya abierto todavía una categoría diagnóstica, existen algunas otras manifestaciones no sanas alrededor de la relación de los individuos con la comida y con sus cuerpos, como lo puede ser la llamada vigorexia. Esta se
establece, cuando la persona se muestra obsesivo en cuanto a la realización de
actividad física y de metas corporales muy exageradas, que llevan a tener patrones de dieta que son irreales y poco compatibles con un estilo de vida saludable. Hay que recalcar que todos estos problemas requieren de un equipo de manejo multidisciplinario que debe de incluir a un terapeuta cognitivo conductual, un psiquiatra, un nutriólogo o bariatra y un internista que decida cuando es el momento de activar a algún otro especialista como el gastroenterólogo, el odontólogo o el cardiólogo.
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